Derechos reservados: 03-2008-080511464200-01 *Demostración científica de la existencia
de Dios |
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*Revelación del misterio de Dios *Concilio entre la Ciencia y la religión |
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En un mundo en que la ciencia niega la existencia de
Dios… en el que las apariencias miden el éxito de los hombres y la fe de los
creyentes… en el que se idolatran a las bestias o a las cosas… en la que se
sacrifican el amor y la verdad por conseguir la gloria vana o la efímera
satisfacción; un mundo que está condenado a morir sin esperanza porque la vida
material no puede llevarnos a la eternidad, en éste mundo busquemos una nueva
forma de vida con la que podamos trascender, porque no es posible que todo el
esfuerzo de haber concebido la existencia misma, termine siendo una farsa
maliciosa y estúpida con la que no podemos justificarnos, porque todos os
avances tecnológicos, toda la ciencia y el conocimiento, sin Dios, es una farsa
que trata de justificar nuestra vana manera de vivir, sin brindarnos esperanza.
¿Qué es pretencioso, decir que soy una creación de Dios,
negando la teoría de la evolución, decir que conozco a Dios, negando que Dios
sea incognoscible e inalcanzable, o decir que soy hijo de Dios?… Lo único
pretencioso sería decir algo que no fuera cierto.
Mi intención es declarar sin pretensión y con conocimiento
de causa, que entiendo que mi cuerpo material es una creación de Dios, declarar
que conozco a Dios y lo puedo definir científicamente, y que es verdad que soy
hijo de Dios, “Dios es mi testigo”, pero no soy mejor que ustedes porque
también pueden ser hijos del mismo Dios. Lo declaro con el propósito que
busquen alcanzar el entendimiento para el que fueron creados, ya que este
mensaje es la revelación del misterio de Dios, la demostración científica de su
existencia y la explicación lógica, cierta y verdadera del significado de este
conocimiento para nuestras vidas; no soy pretencioso porque es mi
responsabilidad comunicar en obediencia este conocimiento, que es un mensaje de
Dios para la humanidad.
El misterio de Dios tiene que ser revelado, la ciencia
debe ampliar sus horizontes para poder definir una realidad distinta a la que
nos tenía acostumbrados, porque los límites del Universo no nos permiten
avanzar en el conocimiento de Dios y de nosotros mismos, no somos ajenos a Dios
y comprender su significado nos define y nos contextualiza en un ámbito que sin
este conocimiento apenas podríamos imaginar.
Por lo que no pierden su tiempo si buscan el
entendimiento en estas razones que no son obra de mi imaginación, sino de una
profunda comprensión del único y absoluto Creador que es Dios, al que le doy
toda la gloria por esta revelación que aquí les comunico.
El siglo XX fue un siglo plagado de avances científicos y
tecnológicos sorprendentes, se desarrollaron las ciencias sociales y la
medicina, el problema es que se pervirtieron muchos de los términos que se
formaron durante cientos y miles de años, particularmente los términos que
utilizamos para definir los sentimientos, ya que quisieron forzosamente
relacionarlos con cuestiones biológicas y físicas, al no haber un contexto
“aprobado por la ciencia” que los pudiera soportar, por lo que este libro ocupa
mucha reflexión y paciencia, pero si alcanzan a sortear esas partes en las que
contextualizo el uso del lenguaje, pueden estar seguros que el conocimiento
valdrá la pena.
Quiero aclarar que este libro no es una novela de
Ficción, ni es un libro metafórico, ni tampoco es motivacional, es un libro de
filosofía que la reivindica como una ciencia exacta, a la cual le faltaba mucho
por descubrir y comprobar, pero que sin lugar a dudas es la ciencia que el
hombre necesita para reencontrar el camino de la verdad y de la vida.
También quiero pedir su tolerancia, ya que muchos pueden
sentirse agraviados por el uso de mi retorica al cuestionar su cultura, o al declarar
afirmaciones que pueden parecer indecibles. Sólo soy una persona que intenta en
obediencia, transmitir su conocimiento, ya que al afirmar solo comunico lo que
sé y no puedo poner en duda lo que cuando entiendan me podrá justificar.
Y por último quiero reconocer que cuando digo “como está
escrito”, me refiero a algunos párrafos de la Biblia, no para justificar lo que
escribo, sino para demostrar que lo que ahí está escrito es cierto, por lo que
no pongo referencias como muchos textos que se basan en la Biblia, porque la
ciencia tiene sus propias herramientas para comprobar sus argumentos y no asume
como ciertos los argumentos de esas metáforas que aunque ciertos y útiles, no
podemos usar como fundamento científico, sino como un recurso más del que podemos
aprovecharnos, sabiendo que no somos los primeros en conocer a Dios y que hay
otras formas de comunicar la verdad, pero desde la perspectiva de la ciencia es
lo que hace falta para evitar su descalificación.
La ciencia y la religión deben encontrar en el
conocimiento de Dios el vínculo que les ayude a comprender mejor la vida y sus
posibilidades, sin necesidad de descalificarse mutuamente, es necesario el
conocimiento de esta verdad para resolver sus diferencias y sea la guía de su
encuentro hacia un buen fin, porque el sentido común nos dice que si hay un
Dios pero la ciencia no lo había podido demostrar, por lo que en el afán de
tener la razón solo habíamos encontrado descalificaciones y desacuerdos.
Dios existe y es absoluto, espero que este libro les
sirva para poder comprobarlo.
Prefacio y Tesis Filosófica
Los cánones de
nuestra civilización
¿Qué es real?
Dios
NADA es
ABSOLUTO, pero ¿TODO es RELATIVO?
¡El espíritu
es engendrado por Dios!
¿Por
qué es importante conocer a Dios?
Hijos
de Dios
¿Cuál es nuestra razón de ser y
existir?
¡El
Absoluto es el fundamento del entendimiento!
¿Por qué no lo
habíamos entendido?
¡El precio de
nuestra salvación!
¡El misterio
tiene que ser revelado!
La ciencia ha usado expresiones que hacen notar que lo
único que existe es material, lo que implicaría que lo intangible no existe si
no hubiera una expresión física que lo hiciera notar, pero se olvidan de lo que
implica para uno eso intangible, de lo íntimo que no hace falta expresar
físicamente para saber que existe, porque existe en nosotros; eso intangible es
el amor, la verdad, la justicia, el bien o el mal… “el Espíritu”. ¿Se
necesitará una expresión material para que exista eso intangible o será ésa
expresión material la que verdaderamente no podemos sostener porque es efímera?
¿Quién puede detener el tiempo y hacer de esos momentos, algo trascendente?...
Solo en lo intangible esto puede suceder.
Si sólo existiera lo material, pensar que el Universo
surgió de la nada sería la única explicación razonable (porque antes de que
existiera la materia no habría nada), pero la verdad es que el Universo no
surgió de la nada y esto que afirmo se puede comprobar matemáticamente, ya que
“siendo el cero la expresión matemática de la nada” y reconociendo que
matemáticamente “del cero no sale nada”, entonces podemos comprobar que de la
nada es imposible que haya surgido el Universo…
¿De dónde salió entonces?
También podemos entender que el cero, que es un punto de
referencia en una gráfica, es también equivalente a un solo punto de referencia
en el Universo, por lo que no puede ser nada lo que existe en ése inmenso
espacio “que se supone está vació”… ¿Entonces de que está lleno?
Para entender lo que ahí se encuentra basémonos en la
definición de una línea, que se define como una sucesión de puntos, una
infinita sucesión de puntos es una línea infinita que atravesaría al Universo,
una infinita sucesión de líneas es un plano infinito que atravesaría al
Universo y una infinita sucesión de planos… ¡define lo contrario de la nada, que es “EL TODO ABSOLUTO”!, en
donde está inmerso el Universo, lo que sí tiene sentido. Éste mismo argumento
se ha utilizado para definir matemáticamente al Universo, cuando se pensaba que
el Universo material era infinito, pero no se conocían los límites del
Universo, que es una expresión finita, ni la trascendencia y el significado de
ésta definición, que en verdad define al Todo
Absoluto que es Dios.
Con éste argumento también podemos considerar que el
“TODO ABSOLUTO”, es el origen del Universo en toda su expresión material y en
toda su expresión racional, porque el Universo no es abstracto sino que se
concreta en obras y nosotros podemos entender las razones de las mismas,
comprendiendo que ésas razones no son absurdas sino que tienen un sentido claro
y específico.
Con lo que podemos concluir que el “TODO ABSOLUTO”:
Ø Está en todas partes por lo que es Omnipresente.
Ø Hizo todo lo que existe por lo que es Omnipotente.
Ø Impuso todas las razones por lo que es Omnisciente.
¿Dónde hemos escuchado estos términos: Omnipresente,
Omnipotente y Omnisciente?
Ésta definición que parece tan elemental no ha sido
considerada por la ciencia de ésta forma, porque se desconocía que el Universo
fuera finito, pero ahora que se conocen sus límites podemos entender a ciencia
cierta la verdad que asiste a este argumento, por el cual podemos definir y
comprobar la existencia del Creador.
Ayúdenme a revelar el misterio que encierra el Todo Absoluto y Eterno que es Dios.
“Los cánones de nuestra civilización”
“Nada es absoluto, todo es relativo”, este argumento que
la Ciencia ha utilizado como premisa de sus razonamientos lo utilizan para
tratar de fundamentar que todo lo que existe es relativo, es la razón por la
cual no es posible darle sentido a la vida; pensar así nos hace ser como
veletas que cambian de opinión de acuerdo a las circunstancias y por eso es
imposible encontrar el sentido trascendente que todos buscamos; ¿qué sentido
tiene la vida?, ¿por qué estamos aquí y para qué?; porque si todo es relativo
no tendríamos un sentido concreto y definido por lo que al buscar el sentido de
la vida solo podremos considerar las consecuencias sin considerar sus causas,
pues si no existe un origen definido todo sería obra de la casualidad y no
tendría caso buscar las causas sino sólo los efectos.
Pero no todo es relativo, por lo que al interpretar la
vida se hace de forma limitada dando lugar a las dudas que originan sus más
profundos temores, porque las dudas son preguntas que hace la razón por falta
de conocimiento y es la falta de entendimiento la fuente de inspiración de los
mitos que inundan la mente, pues esos mitos son respuestas que surgen de la
imaginación y no de su comprensión, mitos que en vez de brindar certeza y
seguridad, provocan temores y más dudas en un círculo vicioso.
Esta falta de argumentos ciertos y verdaderos, que puedan
convencer fehacientemente a los demás, ha generado una gran torre de Babel,
donde cada uno tiene una respuesta pero que sin la certeza a nadie puede
convencer, por lo que sus argumentos los defienden con ejemplos sugestivos que
sólo producen emoción pero no entendimiento, al tratar de atraer más gente que
comparta esas ideas, de las cuales pasando el tiempo de la sorpresa, sólo queda
la incertidumbre que no puede dar paz.
Por lo que no debemos sorprendernos del esfuerzo de
muchos por convencernos de sus imaginativas respuestas y menos nos sorprenda
que esas fantasías pasen de boca en boca creando un mito en nuestra sociedad,
pues sin la verdad somos participes de un gran mito y ésa verdad es el sino de
nuestra civilización, mitad conciencia, mitad sugestión, por lo que tenemos que
encontrar respuestas con argumentos que convenzan de manera irrefutable a
nuestra mente y den certeza a la razón, revelando los misterios, porque los
argumentos que como humanidad hemos usado no han sido suficientes para resolver
nuestras dudas, por lo que hemos sido incapaces de entender al Absoluto y eterno Dios, desconociendo
también nuestro origen, razón de ser y de existir.
Establezcamos una serie de principios que nos ayuden a
razonar correctamente las ideas:
* Todo pensamiento lógico es falso cuando uno de sus
argumentos es falso, ¿Cuántos argumentos de nuestro pensamiento son falsos y
provocan que esté mal fundamentado el entendimiento?
* Todo argumento es un dogma cuando no existe el
entendimiento del mismo, ¿Cómo está fundamentada nuestra razón?, ¿con dogmas,
sin entendimiento?
* Los huecos del entendimiento son ocupados por la
imaginación que se traducen en suposición, ¿Cuántas de nuestras explicaciones
son suposiciones imaginarias, mal fundamentadas y sin entendimiento?
La razón tiene una profunda necesidad de entendimiento y
en la interpretación de nuestra vida nos hemos topado con la más inverosímil
manifestación de ideas, que se han traducido en cultos de toda índole, creando
desde fetiches hasta ídolos, dándoles ilusoriamente toda clase de atributos,
como si por esas consideraciones estos fueran revestidos de poderes
sobrenaturales, lo que manifiesta solamente que su temor se ha exacerbado,
porque esas expresiones no son la respuesta de su entendimiento sino de su
falta de conocimiento, “¿a qué le tiene miedo el hombre?… a lo que no conoce”,
por lo que se sugestionan de tal forma, que han llegado a pensar que sólo por
creer en esos cuentos, pueden conseguir lo que desean sea bueno o sea malo, sin
entender absolutamente nada.
También hay pláticas motivacionales que invitan a ser de
una forma atractiva para los demás, pero fundamentadas en las apariencias y no
en la esencia de los actos, justifican la hipocresía antes que una genuina
forma de ser, ya que sólo consideran que somos ésa apariencia y no algo más
valioso y trascendente. Con tal de ser aceptados y apreciados, hemos hecho y
dicho cosas por imitación, pero no hemos validado la veracidad de ser así,
imitamos o adivinamos como deberíamos ser porque no nos han dado las razones
para afirmar que esos dichos o actos sean fruto de la verdad; como dicta una
frase muy acertada, “toda adivinación es mentira aun cuando ocurriera lo que se
predijo”, así estas explicaciones carecen de verdad sin el entendimiento y el
fundamento, por lo que fingen para obtener una respuesta, sin ser alguien que
se comporta sinceramente en la vida.
¿Existirá algo que sea más atractivo para nuestra mente
que creer esas explicaciones sugestivas pero sin fundamento, o podremos
encontrar una respuesta bien fundamentada que cambie esas ideas que nos han
conducido a perdernos en la imaginación, por desconocer el origen de aquello
que vivimos?
¿Habrá algo que pueda considerarse como el fundamento de
todo razonamiento correcto y verdadero, que demuestre la existencia de un ser
Absoluto y trascendente y rompa con los paradigmas al respecto?
Pongamos en tela de juicio aquello que ha procurado
explicar nuestra vida, toda la fantasía puede ser llevada al campo de la
sensatez y puede ocupar en su lugar, una realidad mucho más interesante y
emocionante que nuestra más imaginativa ilusión.
¿Qué es real?
La realidad parte de lo que existe en verdad, pero el
problema de la realidad es que mientras no conozcamos eso que existe, aunque
exista… para nosotros no es real, aunque exista en verdad sólo es real hasta
que lo sabemos de cierto, porque mientras que quepa la duda no sabemos si
existe verdaderamente. Por esta razón mientras que Dios sea un supuesto, aunque
existe… no es real para nosotros, Porque los supuestos y todo lo que asumimos
como cierto sin entenderlo forma parte de nuestros sueños en nuestra
imaginación.
Sin embargo el verdadero problema se presenta cuando enfrentamos
al destino, ya que mientras no conozcamos una forma de vida trascendente que
pueda llevarnos a la eternidad, el único destino cierto que conocemos es la
muerte y como es el único destino real, mientras no conozcamos otro, estamos
condenados a la muerte; porque podremos suponer cualquier otro destino, pero
como ya entendimos, los supuestos no son reales, no forman parte de nuestra
existencia; así que la importancia de conocer una forma de vida que pueda
llevarnos a trascender a esta, es sin lugar a dudas algo que tendría que
interesarnos a todos, porque en verdad sabemos que esta vida es finita y no
puede llevarnos a la eternidad, pero si no existe otra forma de vida,
simplemente no tenemos esperanza y un ser sin esperanza es capaz de cometer cualquier
acto de barbarie, de cualquier forma va a morir... como está escrito “porque si
en esta vida solamente esperamos los más miserables de los hombres somos.”
En verdad casi nadie conoce otra forma de vida, así que
no hemos podido entender un destino distinto, lo que hace de la realidad un
verdadero dilema, ya que si la muerte es el único destino cierto y verdadero
que conocemos, procuraremos por cualquier medio evadir a la conciencia y soñar
con una realidad distinta, llena de esperanza, por lo que la imaginación es un
recurso imprescindible para este dilema que no había sido resuelto, además
soñar no cuesta nada, por lo que el alcohol y las drogas que exacerban a la
imaginación para evadir a la realidad, son el mayor recurso de la desesperanza.
Esa es la tragedia humana, estar conscientes de la muerte
y no hallar una salida.
Para acabar con la incertidumbre de la muerte, es
necesario que el misterio de la vida sea resuelto, no fuimos creados para ser
simples mortales, la razón por la que existimos no es la muerte. ¿Estamos
dispuestos a conocer una forma de vida trascendente y eterna o preferimos
seguir soñando con algo que no es real y que no resuelve nuestro dilema
existencial?
La única forma de cambiar al mundo es con la esperanza de
trascender a esta vida vana y efímera, una real y verdadera esperanza que nos
lleve a conducirnos de manera digna, teniendo en mente el destino eterno que
nos espera, esperanza no puede ser llenada con fantasías e ilusiones.
Por lo tanto la demostración Científica de la existencia
de Dios debe tomarse en serio, para entender que Dios existe en verdad, y sea
real para nosotros, un ser que vive y puede llevarnos a la eternidad.
Dios
¿Qué es lo que pasa por nuestras mentes cuando escuchamos
la palabra Absoluto?, es un término que no se usa como referente de nuestros
pensamientos ni se utiliza para la toma de decisiones, y esto es comprensible
ya que la Filosofía como ciencia formal al tratar de explicarnos, considera que
surgimos del Universo material que es relativo, por lo que todo nuestro
razonamiento gira alrededor de lo relativo; la ciencia y la teología tienen en
lo incognoscible e inalcanzable un punto de acuerdo, ¿quién ha escuchado que
Dios es ése ser incognoscible e inalcanzable?, ¿quién ha escuchado que lo
absoluto es incognoscible e inalcanzable?, la ciencia concluye que "nada
es absoluto, todo es relativo", y la religión dicta que lo que de Dios se
conoce se revela a través de las cosas hechas “las obras relativas” pero no
pueden explicar a Dios, “porque es un misterio”; sin embargo el Absoluto
debería ser para la Filosofía como es el Cero para las matemáticas.
Partamos del Cero:
El Cero es el principio por el cual se deduce todo lo
relativo al tiempo y al espacio, ya que a partir de éste concepto es posible
abstraer la realidad y representarla de forma matemática, lo que a su vez nos
permite descubrir las leyes y principios que rigen al Universo, conocimiento
que en su conjunto llamamos CIENCIA. Sin embargo el CERO, que da origen a toda
ésta reflexión, es un concepto que hay que considerar detenidamente, ya que en
base al conocimiento del CERO no solamente podemos abstraer al Universo, sino
que también nos puede abrir las puertas del entendimiento en otros aspectos que
no hemos podido discernir correctamente.
El cero es la representación matemática de la “NADA”. Si
repartimos cero entre diez personas, ¿cuánto le tocaría a cada una de ellas?
“absolutamente nada”, si multiplicamos el cero por cualquier cantidad como
resultado tenemos “NADA”, si sumamos cero a cualquier cosa es exactamente lo
mismo, no cambia, “el cero es una referencia que en el Universo sería
equivalente a un sólo punto”.
¿Entonces el CERO existe? No como un objeto material,
pero sí como un concepto racional, ya que sin el CERO la ciencia no existiría,
lo que demuestra primero que lo racional existe independientemente de lo
material, es más todo lo material tiene un concepto o una serie de conceptos
inherentes al objeto en cuestión, conceptos que nosotros podemos razonar y
discernir hasta llegar a comprenderlos desde su origen hasta toda su expresión,
“pero lo racional puede existir independientemente, lo que en la mente sería el
conocimiento y la imaginación”. ¡El cero es un concepto absoluto! Sólo existe
en la mente es puramente subjetivo por lo que podemos concluir que el CERO es
un CONCEPTO, SUBJETIVO, ABSOLUTO, de su existencia deriva el conocimiento de
toda la ciencia, ya que a partir del cero es que podemos abstraer la realidad y
expresarla de forma matemática, lo que demuestra que lo subjetivo racional
existe tanto como existe lo objetivo material.
NADA es ABSOLUTO, pero ¿TODO es
RELATIVO?
El Cero equivale a nada, no representa nada material, es
solamente un concepto, los objetos son algo relativo a los parámetros en los
que se definen, la materia es algo relativo al tiempo y al espacio, pero fuera
del Universo el tiempo y el espacio pierden su significado, por lo que podemos
afirmar que lo relativo ¡no es absoluto!; otra característica de lo relativo es
que está limitado, como acabamos de observar el tiempo y el espacio que son los
parámetros con los que se define al Universo, tienen límites, y por definición
cambia en todo momento, por lo que podemos concluir que lo relativo, que está
limitado, no puede ser trascendente.
La materia tiene desde su concepción una serie de
principios y leyes que rigen su comportamiento en el Universo, desde que
ocurrió el BIGBANG iniciaron las leyes y principios que ordenan a la materia de
forma objetiva en obras, iniciaron el tiempo y el espacio, las obras y los
límites relativos a los mismos como condicionantes de la expresión, pero la
ciencia al no considerar la existencia de lo subjetivo como fundamento y razón
de lo objetivo, no pudo afirmar que existiera algo que fuera más allá de lo
aparente, por lo que simplemente concluyó diciendo que el Universo surgió de la
“NADA”, pero como ya observamos del CERO que equivale a nada, no sale
nada, por lo que ése razonamiento es lógicamente equivocado, ¡el Universo no
surgió de la Nada!
Otra tesis de la ciencia sostiene por la misma razón de
haber negado la existencia de lo subjetivo, que entre las galaxias, en medio de
las estrellas e inclusive entre los átomos, entre sus electrones y protones no
hay “NADA”, lo que también es incorrecto porque como ya observamos el CERO que
es equivalente a nada, se representa en el Universo como un solo punto,
por lo que “no puede ser Nada lo que existe en ése espacio”, que tampoco es un
objeto ni está limitado, y por lo tanto lo lógico sería pensar que ése inmenso
espacio, en donde se encuentra inmerso el Universo es lo contrario de “Nada”,
que es el “TODO ABSOLUTO”, eterno sin parámetros ni límites, ¡siendo éste TODO
ABSOLUTO de donde surge el Universo relativo como una expresión de su ser!
Lo relativo, se llama relativo por los parámetros en los
que se define, si no tuviera parámetros ni límites entonces sería absoluto,
¿Algo objetivo puede ser Absoluto?, ¡por supuesto que no!, porque
cualquier objeto tiene parámetros y límites, por lo que no puede ser Absoluto;
es más, el valor absoluto de los objetos en comparación con “El TODO”, es NADA,
para demostrarlo ubiquemos cualquier objeto de cualquier tamaño, inclusive el
Universo material completo y alejémonos lo suficiente como para que ése objeto
se pierda en el infinito, su valor relativo sería equivalente a un solo punto,
por lo que la expresión no vale más que por el significado para quien la creó y
para quien la entienda.
Si “NADA es ABSOLUTO” que es subjetivo. ¿TODO tiene que
ser objetivo?, ¡por supuesto que no!; entonces si TODO es subjetivo y no es
relativo ¿también es ABSOLUTO? ¡Por supuesto que sí!, ya que dentro de lo
subjetivo se puede definir lo relativo y lo Absoluto, una expresión puede ser
una idea subjetiva, manifiesta en una obra limitada a su marco de referencia,
en el Universo el tiempo y el espacio son los límites de la expresión, sean
razones u objetos en cuestión; pero el Absoluto es el origen… la esencia misma
de la idea subjetiva… el poder hacer que ésa idea exista… el Verbo que da
origen a la acción… el TODO sin límites y sin parámetros absoluto y eterno.
No venimos de la “nada”, lo que nos da otra perspectiva
acerca de nuestro origen, la Nada nos ha servido de referencia para poder
abstraer la realidad y razonar correctamente las causas y efectos, pero de
ninguna manera es el origen y el fin de estos, el Todo Absoluto es el origen y destino
de todo cuanto existe; esto no lo habíamos entendido porque el conocimiento se
adquiere de la nada hacia el Todo, por lo que es razonable pensar que el
conocer al Absoluto, es la siguiente etapa de nuestra evolución en el
conocimiento, lo que explica porque antes no lo habíamos podido definir,
simplemente no era el tiempo de ser revelado, pero ahora que existe un lenguaje
universal con las matemáticas, que existe un conocimiento previo del Universo y
que existe la comunicación sin distancias y sin fronteras, es el momento de
entender al Absoluto, que es la causa de ésta reflexión y la razón de nuestro
existir.
Esto también nos da la referencia de lo que somos
nosotros mismos, pues en lo material somos animales; también somos sujetos
racionales, somos alma que se expresa y se comunica; lo que no hemos alcanzado
a comprender es lo que somos en esencia, en espíritu, ya que, dentro de lo
subjetivo, existe la esencia y la razón, pero no se ha entendido la diferencia
entre el espíritu y el alma, y tampoco se ha considerado su importancia, pues
hasta ahora en el diccionario se define al alma como espíritu y al espíritu
como alma… que tragedia.
El alma es lo que nos hace ser individuos, distintos
seres que conocen y expresan la vida, pero el espíritu es absoluto, es una
parte de nosotros que se manifiesta en nuestra conciencia, de donde conocimos
el amor y la paz mientras fuimos inocentes, sentimientos que queremos siempre
recrear en nuestra imaginación cuando por desobedecer a nuestra conciencia,
sentimos lo que es la culpa, la angustia y el temor. Al Espíritu lo sentimos
desde lo más profundo de nuestro ser y quisieron explicarlo como una reacción
química del cerebro, lo cual es muy lamentable, por eso se confundió el amor
con el sexo, como si el placer fuera sinónimo de paz o de amor. Recuerdo el día
que leí en la biblia lo que significa el amor y quedé estupefacto, pasmado ante
esto:
-Si yo hablase
lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que
resuena, o címbalo que retiñe.
Y si tuviese
profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la
fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
Y si
repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi
cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es
sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se
envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre,
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca
deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la
ciencia acabará.
Porque en
parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto,
entonces lo que es en parte se acabará-.
La razón no me alcanzaba para comprender por qué me
habían inculcado que el amor era el sexo, o la familia o los amigos, habían
confundido el amor con el deseo y fue entonces cuando comprendí que mi origen,
no fue la razón, es el amor, absoluto y trascendente de Dios.
Ahora analicémoslo de manera científica, existen dentro
del Universo un contexto objetivo y otro subjetivo, todo lo objetivo tiene
implícito un concepto subjetivo inherente que se puede abstraer en la mente,
sin embargo no todo lo subjetivo tiene que representar un objeto, como acabamos
de concluir el cero no existe más que como un concepto subjetivo, pero al
estudiar y analizar al Universo, lo primero que reconocemos es su inmensidad y
dentro de ésta, los años luz de distancia entre un objeto y otro, que como ya
observamos, no puede ser “nada”, por lo que apoyados en la definición de lo que
es una línea podemos definirlo y comprenderlo, “una línea se define como una
sucesión de puntos”, una infinita sucesión de puntos, es una línea infinita que
atraviesa al Universo, una infinita sucesión de líneas, es un plano infinito
que atraviesa al Universo y una infinita sucesión de planos, es la definición
de lo contrario de la nada que es el ¡TODO ABSOLUTO que es DIOS!, en donde está
inmerso el Universo; ése inmenso espacio no está vacío sino lleno de Dios, y
éste “TODO” es el origen y el fin del Universo en lo objetivo y subjetivo,
puesto que están inmersos dentro del “Todo Absoluto” y surgen de Él, es como el
aire que no vemos pero que necesitamos para vivir, así necesitamos al ABSOLUTO
para existir, ya que es de Él de donde se desprende el Universo en toda su
expresión.
Tenemos nuestro origen en el Todo Absoluto, no en la
nada, éste Todo Absoluto está en todas partes y es el mismo aquí y en todo el
infinito; éste Absoluto es como el cero para la ciencia, una Constante; dentro
de éste se encuentra el Universo en toda su expresión objetiva y subjetiva, y
siendo el origen y fin de ésta expresión, es la “esencia”… el Absoluto es el
fundamento y el poder que es el “Verbo”… éste Verbo es el que da origen a la
expresión que es el Universo… y éste Verbo que es el “TODO ABSOLUTO”… ¡Éste
Verbo es DIOS!.
Dios está en todas partes, es OMNIPRESENTE, todo el
conocimiento surge de Él, es OMNISCIENTE, todas las obras son expresiones de
Él, es OMNIPOTENTE, sin Él no existiríamos; éste único Dios Absoluto es la
vida, sin Él no viviríamos; éste Dios Absoluto es eterno ya que no está sujeto
al tiempo ni al espacio, es más, estas ideas son conceptos de Él, somos
conceptos y obras de éste ser absoluto que es ¡Dios!, somos su creación,
ejercicio de su voluntad y su razón.
Nosotros tenemos la facultad de ser creativos, como Él
es, en eso somos semejantes a nuestro Creador, la muestra más clara de nuestra
capacidad de creación, son las computadoras, las cuales han evolucionado, desde
su idea hasta lo que son ahora en nuestra expresión; con estas hemos sido
capaces de crear realidades virtuales, inteligencia artificial y seguimos
evolucionando, así el concepto de la creación evolucionó hasta lo que somos
nosotros, una creación hecha en lo subjetivo a imagen y semejanza de su
Creador, pero aún ésta capacidad de ser como Él, nos es dada por su voluntad;
somos en lo subjetivo, seres con la capacidad de crear con el uso de la
inteligencia y la imaginación, y podemos descubrir con el razonamiento la
inteligencia de nuestro Creador, al poder abstraer los principios que ordenan y
rigen al Universo, lo que demuestra que el Universo, en lo objetivo material y
en lo subjetivo conceptual, son una expresión del Creador.
Y a este ser
absoluto y trascendente lo sentimos en el alma a través de los sentimientos,
así es como podemos entender que cuando actuamos conforme a nuestras
conciencias, el amor y la paz de Dios nos reconfortan en el alma, es cuando
podemos entender la naturaleza del creador, la esencia de sus actos y
entendemos que ese verbo es amor, porque Dios es amor.
¿De qué sirve conocer a Dios?, ¿saber que existe es
conocerlo?, ¿qué es lo que podemos conocer del Absoluto? Porque ya dedujimos
algunas cuestiones acerca de Él, sabemos que es el origen y destino de todo lo
creado, además estamos en contacto con el Absoluto puesto que está en todas
partes, ¿pero lo podemos sentir?, y si es que lo sentimos, ¿cómo es que
sentimos?, ya que si está en todas partes también está en nosotros, pero no
estamos conscientes de su presencia por no saber lo que es, desconociendo su
significado y trascendencia.
¿Es posible reconocer la diferencia entre la esencia, la
concepción y la obra, entre el espíritu, el alma y el cuerpo, entre lo absoluto
y lo relativo?, porque como se suponía que todo es relativo, la diferencia
entre estos era prácticamente irresoluble, ¿en que nos podríamos basar para
establecer las diferencias? Estas preguntas necesariamente tienen que tener
respuestas razonables, no solamente para los eruditos del conocimiento sino
para todos, ése es el propósito de la Filosofía, lo único que la justifica como
ciencia, pero al no haber resuelto de manera correcta estas dudas para lo que
fue creada, cayó en la desgracia de ser considerada como parte de la
Literatura, de la imaginación de unos cuantos locos que no pudieron resolverlo
para la humanidad, esto sin lugar a dudas es la mayor decepción que ha sufrido
el hombre, de la filosofía, no hay conocimiento del Absoluto y por lo tanto no
hay valores absolutos; si solamente existe lo relativo, pues comamos y bebamos
que al fin y al cabo moriremos; si solamente existe lo relativo entonces no
tenemos esperanza, no tenemos vida eterna y nada de lo que hagamos o tengamos
va a poder trascender, ¿de qué sirve cuidar lo que no podemos conservar? Pero
lo absoluto sí existe, terrible dilema ya que solamente hemos vivido para la vanidad
y ésa manera de vivir no nos brinda esperanza y no nos puede dar paz.
¿Por qué nos afligimos? ¿Por qué la vida está llena de
incertidumbre y de malas decisiones? Nosotros ponemos nuestras decisiones ante
un tribual del que somos los jurados, emitimos juicios de valor y ante una duda
razonable somos capaces de hacer lo peor, ante la duda razonable escogemos al
egoísmo antes que la bondad y se comprende porque si no conocemos a Dios,
nuestros intereses no lo van a considerar en su toma de decisiones y aún los
actos de nobleza, se convertirán en actos de vanidad. Pero el problema es que
al escoger la vanidad nos afligimos, por eso está escrito, “vanidad de
vanidades, todo es vanidad y aflicción de espíritu”, y esto se explica en el
hecho de que la esencia de las intenciones se siente con los sentimientos, y si
nuestra intención no considera al Absoluto antes que lo aparente, vamos a
escoger la apariencia de las cosas que son vanas como el propósito de nuestras
causas, antes que la esencia de las mismas, sacrificando nuestros sentimientos
cuando exista un conflicto de intereses, por no considerar a nuestra esencia
algo valioso y como consecuencia vamos a sentir aflicción, que algunos llaman
culpa y otros llaman trastornos de conciencia, que a su vez se traduce en
temor.
¿Entonces sentimos al Absoluto?, ¿qué parte de nosotros
siente su presencia?, ¿cómo es que podemos considerarlo en nuestra toma de
decisiones para no salir lastimados?, ¿o estamos condenados a la vanidad?
El hecho de que no estemos conscientes del Absoluto no
nos excusa de sentirlo, así como sentimos al cuerpo material, también sentimos,
lastimamos o complacemos al espíritu que también somos.
Hay que hacer “Conciencia”, saber lo que está pasando en
el momento en el que ocurre o por medio de una reflexión respecto a lo que
ocurrió. La conciencia tiene diferentes niveles de acuerdo al entendimiento de
los eventos, desde los más elementales o empíricos, pasando por el
entendimiento de las razones, hasta los niveles de conciencia más elevados en
donde se comprende el fundamento de la acción, la esencia misma de los actos.
¿Entonces la conciencia es una herramienta del alma para
conocer a Dios o es un producto de la mente?
Las sensaciones que se tienen a partir de los sentidos
son lo que percibimos de nuestro entorno físico y vamos comprehendiendo cómo
interactúan con nosotros en un proceso en el que al hacer conciencia de nuestro
propio ser cobramos vida, una vida racional al ejercer nuestra voluntad sobre el
mismo. Así como sentimos a través del cuerpo físico las sensaciones que tienen
su origen en el universo relativo, de la misma forma sentimos otro tipo de
sensaciones a través de nuestro cuerpo espiritual que tienen su origen en el
Absoluto, las cuales no se perciben desde el entorno, sino se intuyen desde
nuestra propia esencia, sin embargo cuando falta el entendimiento la conciencia
se queda en un nivel elemental por lo que no se puede comprender el origen de
esas sensaciones ni se pueden interpretar correctamente, sólo se sabe que se
sienten porque nos lastiman o nos complacen, pero no existe un conocimiento
racional que nos sirva de referente para nuestro entendimiento, porque no
podemos decir que estemos conscientes de éste ente espiritual, ni tampoco del
origen y destino del mismo, hasta que entendiéramos su verdadero significado.
En el alma además de los sentidos, sentimos emociones de
acuerdo al significado de los conceptos y también sentimientos que tienen su
origen en la esencia de los actos, por lo tanto los sentimientos de los que
estamos conscientes de forma elemental “empírica”, son la forma en que sentimos
al Absoluto, ésa conciencia empírica de los sentimientos es la que nos acusa o nos
excusa en nuestra toma de decisiones, por ser la conciencia de la esencia con
la que fuimos creados, de la cual nos desprendemos porque es Dios; la cual al
no comprender su origen y significado no ha pasado a ser parte de nuestra vida,
ésta conciencia sólo es motivo de temor o guía puesta para nuestro servicio,
pero de ninguna manera nuestra voluntad, sólo hasta que ése cuerpo espiritual
estuviera consciente en nuestro entendimiento, sería parte de nuestra voluntad
y nuestra vida, por ésta razón es que los sentimientos no han sido valorados
correctamente, pues no han significado algo valioso para nuestra mente, aun
cuando nos duelan o complazcan en nuestra conciencia, al no haber comprendido
su realidad y el valor trascendental de eso que sentimos y que podemos ser.
En la mente con el uso de la razón, memoria e imaginación
concebimos conceptos subjetivos que se traducen en emociones, pero las
sensaciones que tienen su origen en el Absoluto también son subjetivas y por su
origen deberíamos considerarlas trascendentes, porque las sentimos de nuestro
cuerpo espiritual también en la mente, y aun cuando éstas sensaciones son
trascendentes no les damos su debida importancia, ya que si no hemos discernido
el alma y el espíritu en nosotros, no podemos distinguir el origen de ésas
sensaciones y no podemos valorar correctamente lo que sentimos.
Tenemos muy claro que los cinco sentidos se disciernen en
la mente no en el cuerpo, en el cuerpo están los sensores que mandan la señal
al cerebro, ahí comienza el proceso de abstracción hasta que se discierne y se
le da sentido en el alma, por lo que queda claro cuál es el origen de ésas
sensaciones, que es el universo relativo y como conocemos de lo objetivo hacia
lo subjetivo, lo que falta es discernir correctamente en lo subjetivo, el alma
y el espíritu, por lo que tenemos que encontrar la verdad que nos ayude a
distinguir correctamente la diferencia.
El cuerpo está definido en el tiempo y el espacio, su
expresión es finita y ésta expresión finita la conocemos a través de los cinco
sentidos, sin embargo nosotros no sentimos solamente con los sentidos, existen
las emociones y los sentimientos, otras sensaciones que es necesario distinguir
correctamente para comprender su origen y también su verdadera importancia,
porque el espíritu, nuestro cuerpo espiritual también existe, lo sentimos en el
alma, pero no se entiende el origen de estas sensaciones, porque no hay una
diferencia aparente entre lo que expresamos con el alma y lo que sentimos del
espíritu, espíritu que al comprender que es absoluto sabremos que es el mismo
Espíritu de Dios.
¡El
espíritu es engendrado por Dios!
Somos en el cuerpo y alma una creación de Dios, como lo
es el Universo, pero la esencia es absoluta y es una sola, por lo que nuestra
esencia que es nuestro cuerpo espiritual no puede ser creado sino engendrado
por Dios, porque es su misma esencia ya que no puede ser otra, pero el alma
solamente vive para lo que conoce por lo que el alma no vive para el Absoluto
hasta que lo conociera, como quien dice, el alma es eterna cuando vive para el
Espíritu de Dios.
Es como si nos hubiera sembrado en nuestra alma el árbol
de su propia vida, “nuestro espíritu”, que siendo esencia de su propia esencia
nos haría sus hijos, lo que debería darnos esperanza de trascender juntamente
con Él, pero no lo hemos conocido y aunque el alma siente al espíritu, no lo
entiende y no lo ha considerado como parte de su ser.
Para comprender todo lo que esto significa hay que
empezar por reconocer que lo conceptual que se traduce en las emociones que
también son subjetivas, son la idea pero no son la esencia, y dependiendo de su
significado es como las vamos a sentir en la mente, por ejemplo, si anota su
equipo sentirá felicidad, si anota el contrario tristeza, depende del
significado es la sensación que se obtiene, éstas sensaciones son el resultado
del conocimiento en un acto de discernimiento, reflexión y memoria, lo que
también hace de estas sensaciones algo íntimo y personal, aunque también es
importante considerar que éstos conocimientos se han transmitido de una persona
a otra y de una generación a otra, acumulando a través de distintos métodos la
memoria de éstos, así tenemos un conocimiento en lo individual y también
tenemos un conocimiento colectivo.
El conocimiento es lo que en verdad es la vida, ya que en
el ejercicio de la voluntad y el libre albedrío es donde verdaderamente nos
sentimos vivos, “la existencia sin conciencia simplemente no es vida” y no
puede haber conciencia sin entendimiento más bien sería inconsciencia; si no
entiendo que está pasando por desconocer el significado, ése evento carece de
sentido y no se puede sentir ninguna emoción, porque sin conocimiento no puede
haber emoción.
Con éste entendido podremos deducir que de las sensaciones
inherentes al cuerpo material se desprende el conocimiento del mismo, y
posteriormente con el uso de éste conocimiento y el ejercicio de la voluntad,
el cuerpo material se transforma en un instrumento del alma, pero si no
alcanzamos a conocer al cuerpo espiritual que también tenemos, entonces el alma
siempre se servirá de lo aparente para su toma de decisiones y servirá a lo
aparente como a un dios, pero también y por desgracia no podemos decir ni
suponer siquiera que ése cuerpo espiritual esté vivo, pues ni siquiera existe
para nuestro entendimiento y todo lo que sintamos de él sin el entendimiento,
sólo nos servirá para exacerbar nuestra imaginación y crear mitos y leyendas.
Después hay que reconocer la diferencia de las
sensaciones que no tienen su origen en lo material y que tampoco son emociones,
sino que tienen su origen en la esencia, en lo que es nuestro cuerpo
espiritual, sabiendo que el problema del conocimiento viene a la hora de
discernir lo que sentimos, ya que conocemos de lo superficial hacia lo
esencial, de la nada hacia el todo y si no alcanzamos a comprender
correctamente lo que sentimos, no podremos reconocer la importancia y
trascendencia de lo esencial, pues se confunde a la conciencia con una serie de
valores éticos o morales que más que una guía, pensamos que son toda una carga
cultural.
Ése conocimiento colectivo determina muchos de los
conceptos que tenemos de aquello que sentimos y que no entendemos correctamente,
así al sentir algo que no comprendemos preguntamos su significado y cuando
alguien nos da una explicación, si la persona es de nuestra confianza tomamos
como cierta ésa explicación, aun cuando no nos convenza en nuestro
entendimiento, así que cuando nuestra sociedad nos educa en el entendido de que
somos cuerpo y alma, y no nos explica nada del espíritu, es comprensible que no
alcancemos a comprender la naturaleza de estas sensaciones, además por la misma
causa al ignorar el conocimiento de lo absoluto y trascendente, tampoco
podremos valorar lo que sentimos espiritualmente, es más si la conciencia es la
vida, bien podemos decir que no estamos vivos al espíritu hasta que lo
pudiéramos conocer.
El cuerpo espiritual proviene del Absoluto por lo que no
es relativo, si repartimos el cero que es un absoluto, a cada uno le toca lo
mismo, “absolutamente nada”, comprenderemos que al repartir el Todo Absoluto
que es su Espíritu, a cada uno de nosotros nos toca exactamente lo mismo,
“absolutamente TODO”. Si podemos conocer al Espíritu, que tiene que ser nuestro
cuerpo espiritual pues fuimos concebidos con él, entonces seríamos “eternos”,
un solo Espíritu con Dios, Dios en nosotros y nosotros en Él, porque la vida
eterna depende del conocimiento de Dios, como está escrito “esta es la vida
eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu hijo Jesucristo,
a quién tú has enviado”. Con lo que comprobamos que el cuerpo y alma son una
creación de Dios, pero el espíritu que sentimos aun cuando no lo hayamos
conocido, es espíritu del Espíritu de Dios, porque es absoluto y no puede ser
una expresión, sino su esencia.
¿Cómo distinguir entre la esencia que es Dios y una regla
moral o ética? ¿Cómo distinguir la diferencia entre la intención y el deseo?
Como hemos hecho conciencia de los sentidos, también
tenemos que hacer conciencia de nuestro espíritu, por medio del entendimiento
de nuestros sentimientos, para poder comprender su verdadero valor e
importancia; ésta conciencia tiene con el conocimiento de Dios, su verdadero
significado, porque si no hacemos conciencia de la diferencia entre lo racional
y lo espiritual (emociones y sentimientos), que son la clave para distinguir al
espíritu del alma, entonces nuestra conciencia de Dios será solamente una ilusión,
pero si entendemos ésta diferencia, entonces sí estaremos conscientes de su
existencia.
¿Qué es la conciencia que proviene del espíritu? sino la
voz del Absoluto, si el Absoluto es la esencia que se traduce en la intención
al expresarse o en los sentimientos al sentirse, la conciencia espiritual es
entonces la que nos acusa o nos excusa en nuestra toma de decisiones, sin
embargo algo que se puede decir con toda certeza cuando se considera al
Absoluto, queda en un ambiguo razonamiento cuando no hacemos ésa consideración,
ya que si solamente existe lo relativo, entonces puedo sentir culpa al decidir
expresarme con mala intención, pero si se consigue el objetivo relativo que es
lo que para la mente tiene algún valor, se puede cargar con la culpa y
mitigarla con una serie de paliativos o sugestivos.
Hay actividades que con una falsa imagen de felicidad
buscan borrar de la mente las culpas, éstas se convierten en un paliativo si no
resuelve el problema de fondo, ya que nuestra alma desea borrar las culpas y
cuenta únicamente con lo que conoce para resolverlo, estas actividades hacen
olvidar momentáneamente el problema por el placer que producen, aunque al final
solamente agraven la situación. El problema surge por lo que enseña la
sociedad, que al no tener el conocimiento de Dios y lo que significa, ha intentado
darle valor a nuestras vidas con el dinero, el poder, el placer y la fama, que
es lo que nos puede enseñar, la sociedad nos ha sugestionado inculcándonos
estos valores a pesar de la culpa que provocan, por sacrificar los sentimientos
por la vanidad; pero otra parte de la sociedad intenta por el contrario
someternos por temor a la misma culpa, sin oponer resistencia a lo que dicta
nuestra conciencia, como siervos sin voluntad, por miedo y no por convicción,
lo que sucede cuando ya estamos cansados de luchar con nuestra propia
conciencia.
Hemos puesto a la vanidad como el valor más importante de
la vida y es comprensible si es lo único que conocemos, pero no tenemos
justificación para nuestra conciencia espiritual que sigue acusando y excusando
nuestros actos por la esencia de los mismos, y esto ocurre porque fuimos
concebidos con ésta conciencia para que sepamos cual es la esencia de nuestro
Creador.
La materia no es buena ni mala, el bien y el mal se
discierne en el alma, el bien y el mal sólo existe en nosotros, pero sin el
conocimiento del Absoluto no existen razones que nos hagan entender la
diferencia entre estos dos conceptos, aunque como dijo el filósofo “Kant”, con
toda razón pero sin una fehaciente explicación “malo es aquello que se hace con
mala intención”, pero con el conocimiento del Absoluto cambia radicalmente el
valor en la conciencia, ya que a partir de éste conocimiento es que podemos
considerar correctamente la esencia de nuestros actos, y la importancia de los
sentimientos, pues al tener su origen en el Absoluto podemos entender lo que
para nuestro Creador es bueno y es malo, ya que la esencia que tenemos que
considerar es la esencia con la que fuimos creados.
Es como si junto con el árbol de la vida nos hubiera
sembrado el árbol del discernimiento del bien y del mal, por lo que ahora
tenemos en la conciencia la fuente de la sabiduría y del entendimiento del bien
y el mal.
Somos semejantes al Creador pero no somos como Él y ése
es el verdadero problema, porque el propósito de nuestra creación es que seamos
como es Dios, como está escrito, “sed perfectos como vuestro Padre que está en
los cielos, es perfecto”, ése es el siguiente paso de nuestra evolución, pasar
de ser criaturas vanas a ser eternos hijos del Creador, hagamos un acto de
conciencia y reconozcamos que los sentimientos y las intenciones que tienen su
origen en el espíritu son trascendentes, por lo que sin lugar a dudas son más
valiosos que los sentidos y las expresiones físicas, con lo que podemos decidir
en conciencia lo que mejor nos conviene, ya que el espíritu al cobrar
conciencia cobra vida, lo que también nos da esperanza al saber que podemos
trascender con ésta nueva vida, que como consecuencia nos dé paz al quitar la
incertidumbre de la muerte en el alma.
Somos semejantes a Dios, pero no somos como Él, y la
cuestión es que fuimos creados para ser como es Él, el destino del hombre es
trascender a su carne y ser en espíritu y verdad como es Dios, pensar que en la
vanidad encontraremos nuestro propósito y destino es perder el tiempo, es
condenarnos como hemos sido condenados a la incertidumbre y a una serie de
esfuerzos egoístas que conducen a la mayoría de nuestro género a la hipocresía,
al delito o a los vicios y sobre todo a una mala conciencia, todos llenos de
desesperanza por no entender al Dios Absoluto y eterno, lo que nos condena a la
muerte.
La Filosofía es la encargada de resolver científicamente
el dilema del hombre, sin embargo el dilema hasta hoy era un misterio y el
misterio era Dios, ya que aún para la iglesia Dios ha guardado el mismo
misterio, la Filosofía no había considerado al Absoluto para poder explicarnos
y eso es comprensible pues no existía una demostración fehaciente para poder
considerarlo en nuestros razonamientos, pues la ciencia se basa en definiciones
y no podía considerar lo indefinido como parte de su haber, y por otra parte la
religión basa sus explicaciones en metáforas y aunque en estas metáforas se
encierran las verdades universales, se perdió en las diferencias relativas a
las culturas y tradiciones, lo que no permite encontrar acuerdos en cuestiones
trascendentales para el hombre, por lo que tampoco pudo convencer a los
científicos y a finales del siglo XIX se le puso cerrojo a ésta discusión al
negar la existencia de Dios y afirmar que somos una obra de la evolución no de
la creación, por lo que el siglo veinte sirvió a lo aparente por razones
científicas pero completamente equivocadas.
No existía una definición de Dios entendida por la
ciencia, por lo que el entendimiento que encierra la religión no podía ser
considerado como parte del conocimiento universal, y aunque muchos hombres de
ciencia consideraron la posibilidad de que Dios existiera, había sido imposible
de explicar, con lo que sólo podíamos imaginar y no descubrir todo aquello que
la Filosofía tiene que descifrar y develar, para que éste conocimiento sea
transmitido universalmente.
Pero sabiendo que el cero es la referencia de un concepto
absoluto, podemos deducir al “Todo, Absoluto y Eterno que es DIOS”, teniendo la
oportunidad de conocerlo y con ésta misma definición comunicarlo como la mayor
y más importante razón del ser humano, dejando de considerar al Absoluto como
una simple característica de algo utópico, para que llegue a ser parte de
nuestro entendimiento y con éste entendimiento traer a la vida a un nuevo ser
absoluto y eterno que está latente en nosotros, sabiendo que éste conocimiento
es útil en pro de una nueva forma de vida, porque el conocer a Dios es pasar de
ser de una simple creación a poder llegar a ser como Él es, considerando que
con el conocimiento del significado de nuestra esencia que es su esencia,
podemos hacer conciencia de nuestro espíritu en nuestra toma de decisiones lo
que nos haría parte de la naturaleza del Creador, ya no seríamos solamente
semejantes en la capacidad subjetiva de crear sino seríamos esencia de su
esencia, voluntad de su voluntad, engendrados de su Espíritu no creados, hijos
suyos, dejando de ser simples criaturas sin esperanza y llenas de vanidad, con
el fin de trascender juntamente, y ser con Él y en Él para siempre.
Aquí hemos definido matemáticamente a Dios y razonado
lógicamente su significado, para que la ciencia pueda considerarlo y forme
parte de la realidad y de la existencia, además de fundamentar la existencia de
Dios y su significado también se dedujo que es una persona, ya que Dios en su
definición se concibe como alguien no como algo, también se analizó su contexto
porque se observa a todo el universo como su expresión no como su ser. Con lo
que fundamentamos la existencia desde otro contexto distinto, pero que también
es real ya que lo podemos conocer y definir. Este conocimiento no es inútil ni
ocioso, porque nos da el fundamento para entender a Dios y a nosotros mismos,
puesto que estamos inmersos en Dios y partimos de él con un propósito claro y
preciso, y esto que ahora podemos entender sólo podíamos imaginar a falta de
sustento. Demostrar la existencia de Dios es útil para todos, para los que
consideran que existe Dios pero no han podido demostrar su existencia y para
los que niegan su existencia, para científicos y religiosos, todos tienen en
estos argumentos la prueba que necesitan para demostrar su existencia y
evolucionar, porque el ser humano si no conoce a Dios está condenado a
desaparecer.
El conocimiento de Dios es realmente valioso e
importante, pero tenemos un enemigo para la razón, que es nuestra cultura; ya
que por falta de entendimiento el hombre ha tenido que asumir la existencia de
Dios sin entenderlo, llenando de supuestos su razón, imaginando algo que
necesitamos comprender para saber que es real, porque la diferencia entre la
realidad y la imaginación es que la realidad puede ser comprendida por todos,
porque no es supuesta, es clara y precisa. Antes de que la ciencia develara
muchos de los supuestos imaginábamos lo que sentíamos, pero hasta que pudimos
resolver esos misterios pudimos hacer conciencia y entender su verdadero
significado, resolviendo problemas muy prácticos para la humanidad como con la
medicina y otros relacionados con las creencias como la astronomía, lo que
sirvió para comprender muchos de esos supuestos.
Pero no se había resuelto el misterio más importante que
pretendieron resolver con esos razonamientos llenos de supuestos, que es
entender nuestra razón de ser y existir; para lo que es imprescindible revelar
el misterio de Dios, entender que existe todo un contexto que la ciencia no
había podido descubrir, que es útil para revelar nuestra razón de ser y
existir, y fundamentar lo que se pretendió explicar a través de metáforas en la
Biblia, algo que ahora con este descubrimiento podemos explicar y fundamentar
científicamente, para que traigamos al campo de la sensatez y la realidad todo
eso que sólo habíamos podido imaginar.
Sin embargo la cultura es un enemigo poderoso, ya que la
mente es débil y la sugestión engaña, encadena a la mente y la hace esclava de
la ignorancia, por lo que es difícil penetrar en esa madeja de ideas, que
aunque no tienen fundamento, están muy anquilosadas en la ciencia y en la
religión; por lo que me es indispensable cuestionar de manera categórica a
nuestra cultura, poniendo en duda todos los supuestos que se inculcan como
verdades, así como los ideales por los que desean ser tal o cual cosa, que no
son ni su verdadero propósito, ni la razón por la que Dios nos creó; por lo que
espero que no me tomen a mal los señalamientos que aquí expongo y lo incisivo
en descalificar todos los supuestos de nuestra civilización.
Un amigo convencido al fin de la existencia de Dios, me
pidió que resumiera en cinco puntos lo que necesitamos, para conocer a Dios y
le conteste: el primero es reconocer que no lo conocen, el segundo es entender
que Dios existe (para lo cual escribo este libro demostrando su existencia); el
tercero es arrepentirse del daño que se hacen con su propio pecado, algo que
sin fundamento no pueden entender y algo necesario, porque sin santidad nadie
conocerá a Dios; el cuarto es reconocer que Dios ha provisto de todo lo
necesario para ser perdonados, nos brindó el testimonio y el sacrificio de
Jesús, y ahora nos revela su misterio, que es el quinto y último punto que
necesitábamos para que se cumpliera lo que está escrito, que resucitemos a la vida a la que hemos sido llamados a ser junto con
Jesucristo hijos de Dios, éstos son los argumentos para que estos cinco
puntos puedan ser resueltos en sus mentes, para que sea una realidad la
revelación del misterio de Dios en ustedes y alcancen a ser realmente sus
hijos.
La vida eterna es conocer a Dios…
Demostrar la existencia de Dios suena tan pretencioso,
que me decían cuando hablaba con emoción, que no me ensoberbeciera, que fuera
humilde, que no me admirara de ello, no comprendían mi entusiasmo porque aunque
lo escribí nunca considere mía la obra, sino que Dios me uso para darles el
mensaje a ustedes, por lo que sería bueno aclarar que esto no es arte y que lo
único que pretendí al prestarme como instrumento, es que ésta obra despierte el
entendimiento no la imaginación, esperando que sea útil para sus vidas; lo
escribí en obediencia, porque sé que no me perdonaría si no les comunicara esto
que es verdaderamente útil e importante para sus vidas.
¿Por qué somos tan inconscientes?
Lo único que puede cambiar nuestra conducta es el conocimiento
cierto y verdadero, lo que sabemos que existe es lo que en verdad podemos valorar,
si solamente conoces al cuerpo material entonces es tu única esperanza, y es la
vida a la que nos aferramos, pues no existe otra vida a la que podamos
aferrarnos y no hay esperanza de vida eterna; por lo que la riqueza, la
belleza, el poder o la fama serán sus motivaciones, porque es lo que importa
para la vida material, a falta de otra forma de vida. Por eso está escrito que,
“el que nace una sola vez muere dos veces, pero el que nace dos veces muere una
sola vez”.
En el prefacio de “El retrato de Dorian Gray”, Orson
Wells escribió: “Se le puede perdonar a un hombre por hacer algo útil, con tal
que no se admire de ello. Pero algo inútil solo tiene sentido cuando es
profunda y extremadamente admirado”. Y termina diciendo “El arte es completamente
inútil”. En estas líneas puntualiza uno de los fragmentos literarios más
conmovedores de la condición humana, nuestra profunda necesidad de aceptación y
reconocimiento, y en esas líneas suplica que lo admiren.
¿Qué podemos hacer para darle sentido a nuestra vida?,
¿para sentir que no necesitamos ser admirados?, ¿para sentir que servimos para
algo?, ¿para que se justifique nuestra existencia?
Y lo entendí cuando comprendí el fin de las cosas, lo
único que justifica la existencia de las cosas es que sirvan para lo que fueron
creadas, si sirven para algo más está bien, pero si no cumplen con el propósito
por el que fueron creadas, entonces no se justifica, es inútil su existencia;
si el ser humano no cumple con su razón de ser y de existir, se entiende que se
sienta inútil y ande buscando como alma en pena la admiración de los demás; por
esta razón en el afán de la admiración y el reconocimiento, admiran
exageradamente y otorgan reconocimientos por cualquier cosa, tratando
inútilmente de llenar su vació existencial.
Si les dijera que encontré la fuente de la eterna
juventud estarían interesados en saber dónde está, si les dijera que tienen que
entregarme su alma para que encuentren lo que siempre habían deseado, muchos lo
harían, si fuera apasionado, convincente, muy sugestivo ofreciéndoles la
felicidad y la vida eterna de este cuerpo material, muchos más se adherirían a
la causa, entregándome su alma; sin embargo, si les digo que encontré a Dios,
que me reveló su misterio, que sé la verdadera razón de nuestro ser y existir,
que conozco como es que podemos ser en verdad hijos de Dios, para llegar a ser
como Él y vivir eternamente; muchos más de los que ustedes se imaginan, dirían
que ya lo conocen aunque sólo supongan su existencia; dirían que ya saben todo
lo que necesitan saber; dirían que
todos somos hijos de Dios, o que ellos y no otros son los verdaderos hijos de
Dios, o que solamente Jesús es el hijo de Dios; o hay los que piensan que Dios
no tiene hijos que esa es una presunción equivocada, y los que ni siquiera
creen en Dios, menospreciando algo que es infinitamente valioso e importante.
Que puedo hacer yo para convencerlos de que en verdad lo
que aquí escribo es cierto, si estamos rodeados de adivinos y agoreros de la
suerte… por lo que les juro por el que
vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en
él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están
en él, que el tiempo no será más. Porque el misterio de Dios se ha consumado,
como él lo anunció a sus siervos los profetas y ahora está revelando.
Parece que los niños son los únicos a los que les
interesa conocer a Dios… pero su curiosidad termina cuando los llenan de
fantasías y su imaginación comienza a llenar toda esa curiosidad, no les explican
la verdad porque no la entienden, y lo que es peor pierden el interés por
conocer a Dios; ya no es algo útil, porque con lo que se imaginan de dios
obtiene las excusas y justificaciones que desean; pero todo lo que se construya
a partir de esa suposición es pura ilusión, algo completamente inexistente en
su realidad, por lo que las promesas de ese supuesto dios que en verdad no
conocen, son como la esperanza a la que se aferran … pura ilusión… porque
aunque sepan que existe, porque es obvio, mientras no lo conozcan en verdad, no
estará resuelta su duda: ¿Cuál es su razón de ser y existir? Pero ese dios
imaginario es un dios que perdona todo, que ama sin exigir nada, al que pueden
pisotear y vituperar sin consecuencias, por eso pierden el interés de conocer
al verdadero Dios.
Si queremos tener otro destino hay que conocer a Dios,
porque, si el único destino que conocen es la muerte, la suerte la confunden
con el destino. ¿Cómo pretender darle un sentido a su existencia cuando su
destino es la muerte?… no lo tiene, si la muerte es el destino todo es vano y
si todo es vano pues comamos y bebamos que al fin y al cabo moriremos, si todo
es vano la vida no se justifica, es completamente inútil e intrascendente y
buscaremos en lo vano alguna justificación, cuando lo único que justifica la
existencia de cualquier cosa es que cumpla con la razón por la que fue creada,
que otra razón puede tener el hombre que cumplir con su propósito; pero sin
conocer a Dios no hay creador, no hay propósito, todos es vano y su destino es
la muerte.
Si entendieran la vida eterna a la que estamos siendo
llamados, entonces no le darían tanta importancia a la suerte, mientras no
conozcan otro destino, la suerte será valiosa e importante y su conducta estará
dictada por los ideales que los lleven a conseguir esa suerte; aquellos que
digan que nosotros somos los constructores de nuestro destino en verdad están
diciendo que podemos influenciar en nuestra suerte, la confusión proviene de su
desesperanza, de la verdad que dicta en sus conciencias que a ciencia cierta su
destino es la muerte, por lo tanto cambiar el destino es importante, pero
llamarle destino a su suerte es francamente una pérdida de tiempo, es… pura
ilusión.
Pero si no conocemos otra forma de vida aunque no hay
esperanza nos aferramos a esta vida material, y como no teníamos el fundamento
para concebir una forma de vida distinta, hemos tratado que ésta vida
signifique algo más de lo que significa en verdad y lo hemos hecho a través de
la imaginación, eso que hemos conseguido no es nuestra razón de ser y de
existir, entonces para hacer que no se pierda todo ese esfuerzo de imaginar que
significa algo más eso que es vano y efímero, lo reconocemos a través de la
admiración, los premios, los aplausos, porque de otra forma carece de
significado y pasaría inadvertido como lo que es en verdad, algo vano e
intrascendente, porque no es por obras que podamos trascender a esta vida.
El absoluto y eterno Dios, es el fundamento para concebir
una forma de vida trascendente y eterna, pero si no lo conocen, en verdad no
existe para ustedes, es necesario conocerlo en verdad para poder considerarlo
como parte de su haber, con lo que también podrían entender la existencia de su
espíritu y hacer conciencia de esa parte de su ser, que por falta de
entendimiento se ha quedado como dormida, sin conciencia y sin vida, una parte
que así como el cuerpo material también exista, pero que por falta de
conocimiento no ha cobrado conciencia para que pueda formar parte de su ser;
espíritu que se habría confundido con el alma, pero que al hacer conciencia de
su existencia pudiera despertar a la vida, una forma de vida trascendente y
eterna; pero para que éste supuesto deje de ser una ilusión es necesario
entender primero la existencia de Dios, para que puedan fundamentar la
existencia de su espíritu engendrado del Espíritu del Creador, un cuerpo
trascendental que se ha confundido con el alma porque no había sustento
científico en el que puedan soportar esas diferencias.
Por esto es valiosa e importante la demostración
científica de la existencia de Dios, dejemos de soñar con un destino ilusorio,
entendamos la verdad que como una espada de dos filos sea capaz de discernir el
alma del espíritu, nosotros los seres humanos somos capaces de conocer a Dios y
hemos sido llamados a tener un destino eterno, que quite la incertidumbre de la
muerte, para dejar de ver en la suerte la única forma de sentir que valemos
algo, Dios tiene preparado un destino glorioso para aquellos que logren cumplir
con el propósito por el que nos creó, para alcanzar un destino eterno, pero
para entender nuestro propósito tenemos que conocer a Dios; dejemos de
imaginárnoslo, Dios es cognoscible y alcanzable, como está escrito -la vida eterna es conocer a Dios-.
¿Cuál es nuestra razón de ser y
existir?
Necesitamos entender nuestra verdadera razón de ser de y
de existir, comprender esa verdad sería el evento más importante de la historia
de la humanidad, porque si resolvemos el problema de nuestra existencia que es
nuestro propósito y destino, podríamos con toda paciencia y constancia luchar
día con día hasta alcanzar ese propósito, pero si no lo sabemos estamos
caminando sin rumbo hacia el vacío.
Hemos perdido nuestra capacidad de asombro, desde el
holocausto, cualquier expresión de violencia nos parece normal, no hemos
llegado a ese extremo en el que podríamos considerar que el hombre ha roto los
cánones, pero sigo escuchando como un anhelo velado por la censura, la próxima
llegada del Apocalipsis en donde esperamos ansiosamente el espectáculo que ya
nos imaginamos y el cual recreamos en películas y en libros de una u otra
forma; es innegable el morbo exacerbado que genera esa expectativa, por lo que
cuando entiendan el significado de lo que en verdad ha de suceder, es probable
que la decepción y el desencanto por los adivinos del destino no los deje ver
el verdadero alcance de lo que esté sucediendo.
En verdad el Apocalipsis es un libro que expresa lo que
ha de ocurrir, refleja una guerra espiritual, que se ha de librar en cada uno
en lo particular, es una guerra que ha de terminar con un cambio dramático…
pero sin drama, pareceremos… pero no seremos los mismos, aquel que habíamos
dejado de ser cuando éramos inocentes… va a resucitar; por lo que les sugiero
que no menosprecien el conocimiento que pueden alcanzar.
Si no conocemos a Dios, no sabemos nuestro origen, si no
sabemos nuestro origen, no entendemos nuestra razón de ser y de existir, y sólo
podemos imaginar nuestro destino, ¿por qué estamos aquí y para qué? Por lo que
nuestra vida real se llena de incertidumbre, al no saber estas respuestas, por
esto nos estamos inventando una razón por la que podamos sentir que servimos
para algo, porque en la realidad mientras no estén resueltas estas preguntas,
la incertidumbre que es una forma de miedo no nos permite ser felices en
verdad.
Por ésta razón el hombre ha buscado y no ha encontrado la
respuesta para la felicidad, buscan la felicidad como un fin, porque son
infelices, cuando deberían estar buscando las respuestas a este dilema
existencial, el hombre no entiende que es infeliz porque no conoce a Dios, por
lo que evade a su realidad y recurre a su imaginación para decir que es feliz,
pero como su imaginación no es real cuando regresan a la cruda realidad, reconocen
su infelicidad y su incertidumbre.
Por lo que les voy a explicar la razón de nuestra
existencia, nuestra razón de ser y de existir:
Dios creó al
hombre con el único propósito de tener hijos, lo creó cuerpo, alma y espíritu,
siendo el cuerpo la semilla desnuda, en la cual se puede expresar la vida o la
muerte, le dio un alma nueva con la capacidad de conocer y decidir, lo que es
su libre albedrío, lo que lo hace un individuo; ¿por qué es tan importante el
libre albedrío? Porque si va a engendrar a un hijo, para que sea un hijo necesita
ser otro, aunque sea lo mismo y le puso ahí mismo, en esa semilla, un engendro
suyo, su propio Espíritu; para que cuando el alma conozca al espíritu, que es
lo que nos hace ser un individuo, cobre vida en nosotros, es como un nuevo
nacimiento, porque el alma no vive más que para lo que conoce y entiende, lo
que no conoce, aunque exista, para el alma no existe. Para que así se cumpla
con el único propósito de nuestra creación.
Cuando nacemos no sabemos nada, el alma es nueva, pero
sentimos, sentimos nuestro cuerpo material y sentimos al Espíritu, pero no lo
entendemos, hace frío, no sabemos que es frío, pero ahí está tu madre y te
abriga, le jalas el cabello a tu hermana y te dice que no seas malo, le das un
beso y te dice que buen niño, pero no hay quien te explique las razones del
Espíritu, porque Dios era un misterio, pero sí sentimos lo que nos dicta en
nuestra conciencia, aunque no represente nada valioso en el entendimiento,
porque para nuestro entendimiento el Espíritu, que es Dios mismo, su propio
Espíritu, para nuestro entendimiento, mientras no lo sepamos de cierto, no
existe.
Además tenemos otras dos facultades para entender lo que
es la vida, que son la memoria y la imaginación, por lo que imitamos el
comportamiento de los demás y nos imaginamos como deberíamos de ser, pero como
lo que sentimos en nuestra conciencia del Espíritu, no representa nada valioso
e importante, como nadie nos explica las razones del Espíritu, cuando hacemos
conciencia de la realidad y tomamos nuestras decisiones no consideramos lo que
sentimos del espíritu, por lo que desobedecemos a nuestra conciencia y nos
condenamos a no poder vivir espiritualmente, por lo que nos sentimos culpables,
es como si nos arrojáramos por la ventana de un quinto piso, es un suicidio,
pero no entendemos y solo podemos sufrir en realidad; no hubo quien te frenara
en tu afán de experimentar o tener eso que te condena y te humilla.
Sin embargo nuestra razón de ser y de existir, no deja de
ser la misma, que seamos hijos de Dios, y esto que nos ha ocurrido a todos es
para que entendamos que no es por nuestra inteligencia, ni por nuestra
voluntad, ni por nuestras obras que podamos alcanzar nuestro destino, sino por
la voluntad de Dios, por lo que para cumplir lo que Él ha dispuesto, sólo
faltaba revelar su misterio para que consume su obra. Porque ya Dios había
mandado a Jesús al mundo que es la metáfora de lo que deberíamos entender, pero
sin conocer a Dios no entendemos lo que al espíritu se refiere, por lo que sin
tener la referencia de Dios no hemos podido discernir correctamente su
significado, que sería la resurrección de nuestro propio espíritu, recuperando
la vida espiritual a la que hemos sido llamados a ser junto con Jesucristo,
hijos de Dios, cumpliendo al fin con nuestro propósito y destino eterno, con
Dios y en Dios por la eternidad.
Hemos tratando de entender lo que es la vida y no lo
habíamos conseguido, no menosprecien lo que Dios está revelando, no es
necesario que alguien defienda esta causa, la verdad de estas palabras tienen
en su propio entendimiento, en el suyo propio, su única defensa; por lo que no
pierden su tiempo si buscan en verdad acabar de una vez y para siempre esto que
Dios ha empezado, revelar su misterio, para saber a ciencia cierta la verdad
por la que fuimos creados, cumpliendo al fin con nuestra razón de ser y
existir, venciendo a la muerte, para vida eterna y paz.
Espero que consideren al entendimiento de su propia
existencia lo verdaderamente importante, y dediquen el tiempo y el esfuerzo que
sea necesario para el discernimiento de lo que aquí está escrito, a que tomen
lo que Dios ha entregado en la palma de su mano, no menosprecien su valor y su
destino, tomen la iniciativa en pro de una existencia digna. Aprendamos las razones
y enseñemos con toda paciencia y constancia hasta alcanzar el mismo
entendimiento en todos, porque llegará el día en que no será necesario decir
conoce a Dios porque todos lo conoceremos, pero hasta que esto ocurra, no
descansemos ni tengamos reposo, hasta construir en el entendimiento de todo
hombre, la conciencia y la vida que como hijos de Dios debemos edificar en
nuestra alma, para que entendiendo aquello que sentimos del Espíritu, seamos
eso que sentimos y entendemos.
Hemos sido llamados a pelear la buena batalla de la fe,
de la fe no fingida, de la que somos testigos, la voluntad de nuestro padre es
que ninguno se pierda, porque el continuo clamor de los probables, de los
posibles hijos de Dios, espera la manifestación gloriosa de los que ya son
hijos de Dios y de los que serán antes que ellos, por lo que sabemos que somos
más que vencedores, no hay poder humano que se resista a la verdad, Dios es
Espíritu y es verdad, por lo que sin temor alguno, tomemos la verdad como
estandarte y rompamos las cadenas que nos atan a la muerte, ahora el misterio
de Dios se ha revelado, nadie nos puede engañar.
Éste es un libro de ciencia y de religión, Dios existe y
es absoluto, todo lo que existe es la representación de su conocimiento y su
voluntad, lo que aquí demuestro no es un invento del hombre, es una revelación
de Dios, todo lo que hemos creado como algo distinto es obra nuestra y es obra
de Dios, pero lo que descubrimos por necesidad es una revelación, no sean
pretenciosos al tratar de apropiarse de su derecho; entiendan que Dios es el
que da el querer como el hacer, yo soy el que soy por su voluntad y por mi
reconocimiento de su poder, bendito sea mi Dios y padre que ha tenido
misericordia de su creación y ha tenido a bien bendecidnos con toda bendición,
revelando su verdad y su vida.
La vida es algo personal, vivir sin conciencia es existir
solamente, así que para cada uno en lo particular es la conciencia, y ésta
conciencia se forma en un proceso de aprendizaje con el uso del discernimiento,
la imaginación y memoria. Conocer es lo que podemos considerar ¡vida!, ¿quiénes
somos?, ¿cómo nos llamamos?, ¿qué hacemos?, “el lenguaje, las costumbres, las
tradiciones, la religión”, eso somos y ésa es la vida.
¿Qué será entonces la vida eterna?
Si todo fuera relativo nada sería eterno, suponer que
vamos a trascender si todo fuera relativo es absurdo, porque lo relativo esta
definido por sus parámetros y límites, el tiempo y el espacio establecen un
principio y un fin en el Universo; pero nuestro espíritu pertenece a un
contexto absoluto que por definición es trascendente y eterno, un cuerpo
espiritual que puede despertar a la vida al hacer conciencia por su
conocimiento, lo que nos puede dar la esperanza de trascender juntamente con
Él.
Si Dios es la esencia de la vida, absoluta y trascendente
por definición y conocer es vivir, entonces conocer a Dios es la vida eterna.
Nosotros fuimos concebidos en el cuerpo físico, a partir
de ésa concepción comenzó el conocimiento y comenzó nuestra vida, desde la
completa ignorancia hacia la conciencia, y comenzamos a conocer nuestro cuerpo,
el alma que nos une al mismo y las cosas que nos rodean, posteriormente hicimos
conciencia de nuestra propia alma que es nuestro yo, e inmediatamente el alma
de quienes nos rodean, el cariño, la alegría, el comportamiento, y fuimos
educados de acuerdo a los cánones de la sociedad y hasta ahí habíamos llegado,
al conocimiento de lo relativo, porque la ciencia no conocía las razones del
Absoluto, desde lo que sentimos de Él, hasta lo que es en esencia; pasando por
lo que somos nosotros en esencia, en espíritu y verdad. Es como un castigo para
la humanidad al no haber entendido… al no haber conocido a Dios.
Como está escrito… -El que nace una vez, muere dos veces,
pero el que nace dos veces muere una sola vez-.
Parece tan inmensa la apariencia y es tan tentadora que
por no haber tenido las razones para ubicarla en su debida dimensión, no le
habíamos dado cabida a la esencia que es lo que debiéramos entender en ésta
vida, pues el cuerpo material no tiene posibilidad de trascender, entonces éste
cuerpo relativo debe ser la semilla desnuda en donde puede nacer el verdadero
ser que llevamos dentro, nuestra vida eterna a la que podemos aspirar que se ha
quedado latente, pero muere sin esperanza cuando no alcanzamos a despertar y
hacer conciencia de ese ser que llevamos dentro, ese ser espiritual absoluto y
trascendente que cobre vida, transformándonos de animales racionales a seres
espirituales, sometiendo nuestro cuerpo material para el servicio de nuestro
ser espiritual, poniendo nuestra vida relativa al servicio de nuestra vida
eterna. Pero no podemos hacer esto si no conocemos al espíritu que tenemos
latente, el cual no puede vivir hasta que estemos conscientes de su existencia,
para que con ésa conciencia logremos apoderarnos de nuestra voluntad.
Porque en apariencia todos desean trascender de algún
modo, algunos con los hijos, otros con su propia vanidad y muy pocos con la
conciencia de su propio ser absoluto y trascendente. Hay algunos que sí lo han
sabido, pero no lo habían podido explicar de manera científica, con
definiciones y pruebas, pero tenemos metáforas maravillosas que han explicado
de manera por demás acertada esto que estoy definiendo, metáforas que ante el
embate de los sofismas universales como “nada es absoluto, todo es relativo”,
¡habían sucumbido! Por esto era necesario combatir a los razonamientos
equivocados con evidencias irrefutables, que sólo por necedad no puedan ser
consideradas como válidas, así es como éste razonamiento puede servir para
llevar el conocimiento de Dios a la vida, por medio del conocimiento que nos
ayude a develar de una vez y para siempre la verdad que encierran las
metáforas, para que por medio del conocimiento de Dios se consuma el milagro de
nacer de nuevo a una vida con la que aprendamos a vivir eternamente.
¡El
Absoluto es el fundamento del entendimiento!
El conocimiento del Absoluto y eterno Dios, debería ser
el “principio” que fundamente los valores de la humanidad, ya que por falta de
principios las ideas de gloria han ocupado su lugar; fundamentamos nuestra
razón de ser y de existir con esos ideales, a falta de principios, ya que el
sueño de ser el más famoso, poderoso o rico, ha ocupado la razón de nuestra
existencia. El problema de esos ideales es que el triunfo sólo puede ser del
vencedor, todos los demás son perdedores, por lo que tenemos una sociedad de
perdedores en la que encumbramos a unos pocos, esperando ser los siguientes que
ganen la lotería.
La ilusión de esos ideales y toda su gloria es efímera,
si conseguimos lo que buscábamos, la gloria pasa y no quedamos satisfechos, por
lo que buscamos algo más; si no lo conseguimos bajamos nuestros estándares y
buscamos algo más factible, algo que podamos alcanzar, algo que por lo general
tampoco alcanzamos o cuando menos no como nos lo imaginábamos; esos ideales
siempre tienen un alto grado de ilusión en la que generalmente lo que se
consigue dista mucho de lo que se imaginó, por lo que los que llegan a la meta
difícilmente lo disfrutan, porque no era lo que esperaban, cuantos ejemplos
tenemos del éxito trágico en el que el héroe es la víctima, la fama y la
fortuna son losas difíciles de cargar; los ideales brindan una falsa esperanza
de gloria, hasta que ante la derrota o la efímera satisfacción, los vicios
ocupan su lugar.
El día en que entendamos nuestra verdadera razón de ser y
de existir dejaremos de vivir de la ilusión, para dar paso a la realidad de una
existencia trascendente y digna, en la que las obras que parecen tan
importantes pierdan su valor por entender lo efímeras que son, para que nuestro
espíritu ocupe el lugar que le corresponde en nuestra conciencia y exprese la
verdad, la justicia, el amor, el bien y la misericordia por la esencia absoluta
del Espíritu de Dios, que son los verdaderos principios del entendimiento,
porque son el fundamento de la vida eterna, en la que sabiendo que vamos a
trascender con ese espíritu cifráramos nuestra esperanza fundamentando nuestras
causas, dándole por fin sentido a los ideales, que sin principios pierden toda
proporción.
Conocer a Dios y su trascendencia en nuestro propio espíritu,
es la única forma de trascender a esta vida transformando nuestra vana manera
de vivir, somos lo que conocemos, ésa es la vida, entendamos la verdad de la
existencia de nuestro espíritu, para trascender con ésa vida a ésta existencia
vana y efímera, transformemos nuestras mentes conscientes de lo que hacemos y
pensamos, considerando la trascendencia de nuestro cuerpo espiritual, ésta es
la respuesta, para dejar de imaginar lo que sólo en espíritu y verdad podemos
alcanzar.
Si somos capaces de entender lo que somos en espíritu y
verdad, y reconocemos la trascendencia de nuestro espíritu, para que sea y este
consciente en nuestro ser, entonces todos ésos ideales relativos y efímeros que
parecen tan gloriosos los sacrificaríamos sin pensar, sabiendo que la gloria
que podemos alcanzar en la eternidad es infinitamente más valiosa e importante.
Nuestra razón necesita apoyarse en principios inamovibles
en los que se base el entendimiento para su toma de decisiones, si no tenemos
principios absolutos en los que nos podamos apoyar, entonces nuestra razón
estará plagada de malas decisiones, porque si consideramos que nada es
absoluto, solamente nos ocuparemos de la apariencia de las cosas que no puede
trascender, prefiriendo afligir al espíritu, yendo en contra de la esencia
misma de la vida que es Dios; por lo que el conocimiento del absoluto y eterno
Dios, debe ser el principio inamovible al cual podamos recurrir para nuestra
toma de decisiones, lo que puede brindarnos la certeza y la convicción en el
entendimiento, que es lo que podemos llamar “Fe”.
Como está escrito -La fe es la certeza de lo que se
espera y la convicción de lo que no se ve-
Si reconocemos la existencia de lo eterno, entonces con
un poco de sentido común podremos descubrir nuestra naturaleza absoluta, porque
no basta saber de la existencia del Absoluto, es necesario que al tomar una
decisión consideremos que la esencia que proviene de Dios, es lo más valioso e
importante cuando ejercemos nuestra voluntad, al usar ése conocimiento para que
sea un acto de conciencia, escogiendo la esencia antes que la apariencia, para
poner nuestras vidas relativas al servicio de nuestra vida eterna, al servicio
de nuestra vida espiritual, al servicio de Dios.
Porque ahora podemos entender que el Universo no es más
que un inmenso huevo del cual han de salir los hijos de Dios, que la vida
espiritual está latente y al tomar conciencia cobra vida, lo que nos puede
transformar de ser criaturas de Dios en hijos engendrados por Dios, espíritu de
su Espíritu, esencia de su Esencia; así podemos distinguir la esencia del
Absoluto por el entendimiento del origen de los sentimientos, pero también
podemos entender nuestra propia vida espiritual a través de lo que expresamos
con nuestras intenciones; sólo así podemos reconocer que en el fondo de las
cosas lo que trasciende es la esencia, la intención que da origen a la obra y
el sentimiento que se desprende de ésta, con la condición de que tenemos que
hacer de ése acto, no un acto fortuito sino de plena conciencia, esto es lo que
hace la diferencia.
La definición del Absoluto es el fundamento que la
ciencia necesita para comprender el sentido de la vida, para establecer con
éste conocimiento una nueva forma de expresarnos, en base a la conciencia de
nuestro ser espiritual, considerando que lo que nos dicta ésa conciencia es
trascendente, por lo que es la base de nuestra esperanza para llegar a
trascender ésta existencia.
¿Por
qué no lo habíamos entendido?
Si ya existe la forma de conocer la esencia de los actos,
¿cuál es el problema?, ¿por qué esas sensaciones no han sido valoradas
correctamente?, o peor aún ¿por qué no nos han guiado correctamente en nuestra
toma de decisiones?
Como ya dedujimos, tenemos en la mente una forma de
“Conciencia” que no tiene su origen en lo material ni en lo racional, que nos
acusa o excusa en nuestra toma de decisiones independientemente del
conocimiento que tengamos de ella, y para ésta conciencia existe una serie de
reglas establecidas en su acción, que de igual forma que las leyes de la Física
son reglas universales, así se pueden considerar los diez mandamientos como
reglas prestablecidas por el Espíritu para el alma desde el Absoluto, pero por
más que hemos tratado de adjudicarles valores morales o éticos, estas reglas
siempre han sido una carga insostenible para la conciencia humana, como está
escrito “la ley se puso para que el pecado sea evidente”, y también dicta que
“la conciencia es la voz de Dios”.
Lo que nos muestra que el verdadero problema de la lógica
espiritual, pensar que alguien o algo esté dirigiendo nuestra voluntad, admitir
que ése alguien o algo esté inmerso en nuestro ego, es algo que nos hace
revelarnos, pues nuestro ego es demasiado grande para someterse a ésa
esclavitud o servidumbre; es cuestión de naturaleza, fuimos creados para reinar
sobre la tierra y someternos no es una opción.
El problema es que fuimos concebidos con el espíritu,
para que ése espíritu que habita en nosotros nos haga ser como es Dios, pero no
puede vivir en nosotros si no lo conocemos, sólo lo podemos considerar en la
conciencia como un estorbo para nuestro libre albedrío, porque lo sentimos,
aunque no lo conozcamos, pero como ignoramos su existencia simplemente no
entendemos su significado.
Esta conciencia espiritual es sólo el límite que tenemos
que pasar para poder decir que somos libres, cuando eso nos convierte en unos
libertinos, lo que unos por temor no hacen, es casi un acto heroico para otros aunque
sea un suicidio, pues ante la duda razonable siempre escogemos la satisfacción
vana, antes de escoger sensatamente la paz y el gozo, porque si no representan
nada valioso para nuestra escala de valores lo sacrificamos sin pensar; pero
los que se han sometido por temor a la conciencia, tampoco pueden sentirse
libres porque no consideran en ése acto su propia voluntad.
Hasta que entendamos el valor de lo que sentimos del
espíritu en nuestra conciencia, pensaremos equivocadamente que es un simple
razonamiento moral sin darnos damos cuenta que es nuestra propia esencia,
nuestro espíritu que acusa o excusa nuestros actos. Hemos sido capaces de dejar
salir lo peor de nosotros, con tal de satisfacer nuestros deseos que solo consideran
las apariencias como algo valioso, pues es lo único que conocían.
El problema es que al ir en contra de lo que nos dicta la
conciencia, estamos rompiendo el vínculo que existe entre Dios y nosotros. La
razón por la cual no hemos conocido a Dios es la condena por haber desobedecido
a nuestra propia conciencia, eso es lo que podemos considerar nuestro pecado,
lo que nos produce un dolor tremendo en el alma que se manifiesta en angustia y
aflicción por la culpa y la mentira que generan, porque el espíritu que antes
representaba todo lo bueno de la vida, el amor, la paz, el gozo… ahora está
lleno de dolor e incertidumbre. ¿Quién bajo estas circunstancias puede
comprender la vida desde otra perspectiva, cuando después de haber pecado solo
queremos evadir a la conciencia? Por lo que somos condenados a no poder conocer
a Dios, y a no entender nuestro propósito, razón de ser y de existir, poniendo
una barrera en nuestro entendimiento
Estábamos condenados a no conocer a Dios y la muestra de
que como humanidad hemos estado condenados, es que la ciencia no había
demostrado la existencia de Dios, aun cuando éste sea evidente y la religión
tampoco nos lo había podido explicar.
No habiendo razones para suponer que somos eternos, no
tenemos esperanza y al decidir desobedecer a nuestra conciencia espiritual, nos
separamos de Dios, lo que es la consecuencia lógica por la ley espiritual que
rige nuestras almas.
El problema se origina en los principios y escala de
valores que nos inculcan, porque no hay quien nos haya dado las razones para
comprender y hacer conciencia de nuestra vida espiritual, ya que es en nuestra
infancia cuando estamos formando ésta escala de valores, con los principios y
razones que fundamenten a los mismos, para que a través del entendimiento
conozcamos lo que es la vida, que tendría que incluir conocer a Dios.
Porque si no tenemos valores absolutos, no tenemos a que
sujetar nuestro libre albedrío, nuestra escala de valores sólo considera lo que
conocemos y si todo lo que conocemos es relativo, no nos da ninguna razón para
hacerle caso a la conciencia espiritual, más que el temor, que también nos
inculcan y no nos da ninguna esperanza para la vida eterna, porque no conocemos
al espíritu que llevamos dentro, porque el único lugar en donde podemos conocer
a Dios es en nosotros mismos.
Como está escrito –Por no haber tomado en cuenta a Dios,
Dios los entrego a una mente reprobada…- y agrega, -serás como una bestia
delante de mí-.
Entonces ¿cuál es la barrera del entendimiento? La
barrera es nuestra condena por desobedecer al Espíritu de Dios, castigo que se
traduce en culpa y miedo, al no comprender el daño que nos hicimos al
transgredir lo que dicta en nuestra conciencia. Tampoco se ha conocido la forma
de reconciliarnos con Dios, porque sin el conocimiento de Dios, buscaremos las
respuestas en las expresiones sin comprender sus causas en un círculo vicioso.
Porque si nos rebelamos en contra de nuestras propias conciencias ¿no seremos
condenados?
¿Cómo podemos después de ser condenados a la culpa y al
temor acercarnos a Dios? ¿Cómo puede Dios acercarse a nosotros sin ser
destruidos? Es como si le hubiéramos puesto un velo al entendimiento que nos
separa de Dios, porque después de desobedecer a nuestra conciencia nos condenamos
por la ley espiritual impuesta en el entendimiento.
Los principios que están establecidos en el espíritu, son
la expresión de la naturaleza de Dios, no son ideas arbitrarias que puedan
cambiar por las circunstancias y es cuando podemos entender lo que está
escrito, que todos los mandamientos se resumen en el amor a Dios y el amor al
prójimo, por eso cuando haces algo en contra de Dios, por odio, por codicia o
por vanidad, transgredes su naturaleza y te lastimas porque tu espíritu no es
una creación de Dios, es su propio espíritu, es su Espíritu, su naturaleza que
dicta en nuestra conciencia lo que es bueno o es malo para Él.
Por eso es que, aunque el Absoluto sea evidente a la
conciencia, la razón busca los paliativos y los sugestivos con el fin de mitigar
la culpa que se produce al sacrificar los sentimientos por la vanidad, por lo
que tenemos que hacer conciencia del daño que nos hacemos al condenarnos en
nuestros actos, para que con éste entendimiento dejemos de hacer lo que nos
condena, arrepintiéndonos.
La naturaleza de Dios podría y debería ser nuestra propia
naturaleza, porque cuando somos niños la inocencia nos protege y nos libra de
la culpa, pero en vez de procurar por todos los medios educarnos para conservar
esa inocencia que nos hace sentir bien, nos inculcan los valores del mundo y
terminamos sacrificando nuestra paz.
Sin embargo, como está escrito –un corazón contrito y
humillado Dios no rechazara jamás-. La soberbia de pensar que venimos a reinar
sobre la creación se convierte en el principal obstáculo de la razón y para no
caer en el círculo viciosos tenemos que romper con él, reconociendo que
necesitamos ser salvados, y entendiendo que no existe poder humano para
resarcir el daño lo único que nos queda es pedir ayuda y el único que nos puede
ayudar es Dios, pero no podemos presentarnos delante de Dios con una actitud
visceral, contraria al espíritu del creador ya que seguiríamos cometiendo el
mismo error, seguiríamos en nuestros pecados, por eso dice que Dios humilla a
los soberbios y da gracia a los humildes.
Con éste entendimiento de la esencia de nuestro propio
ser, tenemos que dejar de servir a las apariencias, para servir a las
intenciones del espíritu, sólo entonces podemos aspirar a renacer al espíritu
que no puede vivir por falta de conocimiento y reconciliación, porque la carne
nace para morir, pero el espíritu nace para vida eterna y paz. Renacer al
espíritu sin morir a los deseos de la carne, no es posible, porque no se puede
servir a dos amos, pero si no renacemos al espíritu no tendremos vida eterna,
¿y quién nos garantiza que la culpa y el miedo que son el castigo por
desobedecer a nuestro espíritu, no será lo que nos conduce a nuestra muerte
eterna?
Pero tenemos que renacer al espíritu, no como algo ajeno,
no como si fuera alguien más, porque si consideramos que ese espíritu es Dios,
pero no nosotros, entonces nunca entenderíamos que es nuestra naturaleza y
estaríamos condenados por la carne a la muerte. Si no tenemos la solución para
la culpa, el alma tratará de mitigarla en la conciencia con cualquier cosa que
nos ayude a evadirla con vicios, placeres o actividades que nos mantengan
ocupados para no enfrentar la culpa. Nuestra cultura ha tratado de formarnos a
través de las apariencias, nos inculcan las buenas costumbres y la amabilidad
para conseguir la aceptación y la benevolencia; con el fin de obtener el
dinero, el poder o la fama, creyendo que estos valores relativos valen la pena,
cultura de valores que no pueden ser trascendentes ni valiosos para Dios, por
la hipocresía que generan, ya que no fundamentan la razón por la que debiéramos
ser como es Dios, por lo que estos paliativos y sugestivos no resuelven el
problema; aún con el arrepentimiento el problema no está resuelto porque no
está pagado el agravio por la desobediencia, porque cuando nos separamos del
Absoluto por causa de nuestra rebeldía, somos completamente relativos sin Dios,
simples mortales y no tenemos por nosotros mismos manera de reconciliarnos, ni
con nosotros mismos ni con Dios, porque habiendo sido condenados nada de lo que
pudiéramos hacer tiene valor para Dios.
Como ya observamos, el valor relativo respecto al
absoluto de cualquier cosa creada es nada, sólo vale por su significado y el
significado por su intención, por lo que la expresión no tiene valor para Dios;
incluso en nuestro razonamiento ¿qué podemos hacer que pague por el agravio
cometido?, a lo más que podemos aspirar es a sentir vergüenza de nuestros
actos, no entendíamos las razones por las que deberíamos ser de otra manera,
por lo que seguíamos cayendo en ése círculo vicioso y esto es para que nadie
piense que es por su inteligencia y no se vanaglorie, que nadie piense que se
merece la gloria en su vana humanidad y pueda con toda humildad reconocer que
Dios es el único que merece toda la gloria, la honra y el poder por siempre.
¿Cuál es la respuesta a todo éste dilema? La respuesta
está en el entendimiento, para empezar conocer nuestro propio espíritu,
entender lo que somos y sentimos, dejar de ir en contra de nuestras propias
conciencias sabiendo que eso que sentimos es la manifestación de nuestro cuerpo
trascendental, cuerpo que en vez de vida se ha convertido en muerte latente por
la culpa en la conciencia y el miedo que son castigos para el alma, ya que si
para los delitos el castigo es la consecuencia, para los pecados la
consecuencia es la muerte espiritual, siendo la culpa y el temor la evidente
muerte que tenemos como castigo para el alma y la última condena sería también
morir a ésta vida relativa sin haber recuperado la esperanza; para que con éste
conocimiento entendamos que necesitamos resucitar a nuestra vida espiritual
para poder vivir eternamente.
¿Pero cómo podemos resucitar para nuestro espíritu, si no
tenemos manera de pagar por nuestras desobediencias que son nuestros pecados?
de igual forma en la muerte tenemos la respuesta, en morir a lo relativo y
renacer a lo trascendente, porque si estamos unidos a lo relativo por la carne
tendremos que morir a los deseos de la carne para poder aspirar a renacer al
espíritu, lo que sería cambiar los principios por los que vivimos
arrepintiéndonos para ya no servir a la carne relativa y poner nuestro cuerpo mortal
al servicio de la vida eterna que es nuestro cuerpo trascendental hecho del
Espíritu de Dios. ¿Pero eso es suficiente para reconciliarnos con Dios?
El problema sigue siendo el ego, ser siervos de Dios es
algo que no soporta la carne, pero pensar que merecemos la redención y la
gloria de la vida eterna también nos condena, ser relativamente sujetos a la
voluntad de otro aun siendo tu creador es insoportable para el ego, pero pensar
que como creación nos merecemos la vida eterna es algo que también nos separa
de Dios, porque como creación no puede haber pensamiento más soberbio y más
falso que ese. Pero Dios no nos creó para ser siervos, nos creó para que seamos
sus hijos, que seamos como es Él y que no nos pese sino más bien nos llene de
orgullo y de satisfacción el hacer su voluntad que sería nuestra voluntad, no
es obedecer a la verdad y a la justicia, es ser la verdad y la justicia no para
imponer las reglas para los demás, sino para ser sin hipocresía hijos legítimos
de Dios, espíritus vivientes del Espíritu del Creador.
En el papel suena bastante bien, hijos del Dios viviente,
¿pero es posible que esto ocurra o es necesario algo más para que esto sea
posible?, pues aunque ya pudimos discernir al Absoluto existe una barrera
impuesta al entendimiento, pues Dios es Absoluto y nosotros sin Dios sólo somos
relativos y lo que pretende lo relativo es vano más lo que pretende Dios es
trascendente, como quien dice los deseos de la carne (vanidad) van en contra de
los deseos del espíritu (vida eterna y paz), y ésta barrera al entendimiento
nos ha limitado durante miles de años en poder descubrir nuestro propósito para
con Dios porque tenemos que reconocer que ésta vida relativa sin Dios, no vale
absolutamente nada y además entender la verdadera intención que proviene de
Espíritu. ¿Cómo lo explico? ¿Cómo nos lo explica Dios? Por eso es por lo que
era indispensable el lenguaje metafórico a falta del lenguaje científico para
entender el propósito de Dios, porque sin entendimiento no hay conciencia y sin
conciencia no hay vida.
Dios nos dio la conciencia para reconocer la diferencia
entre lo bueno y lo malo, sabiendo que no podíamos resistir al mal, era un
problema y sabía que no lo íbamos a resolver y esto lo hizo con el fin de que
reconociéramos en nuestro entendimiento que nuestro valor no depende de
nosotros en nuestro razonamiento, porque al escoger el mal ya no podíamos
acercarnos a Él, ni podía haber reconciliación por nuestros méritos, porque si
al romper la ley merecemos un castigo, desobedecer a Dios con mayor razón nos
condena, por lo que no basta el arrepentimiento ni basta la conciencia, hace
falta el pago por nuestras faltas para nuestra reconciliación, pero nuestras
vidas relativas no tienen los méritos ni pueden tenerlo para darnos la vida que
Dios nos quiere dar, como está escrito, “no es por obras, para que nadie se
gloríe”, somos carne y huesos relativos y el alma está sujeta a estos mientras
no conozcamos algo más, y como lo relativo no es trascendente pensar que lo
relativo vale algo para el ser absoluto y trascendente que es Dios, es absurdo;
así que sin esperanza de que por nuestros méritos seamos reconciliados,
solamente Dios nos podía proporcionar un sacrificio válido en pago para nuestra
reconciliación, para entender que dependemos como creación, completa y
absolutamente del Creador y para saber que es por su voluntad que seamos sus
hijos.
Por ésta razón es que Dios decidió expresar su voluntad
para con nosotros a través de una metáfora en la que se mostrara su verdadera
naturaleza, para que comprendiéramos cual es el valor que tenemos para Dios,
nuestro propósito y la naturaleza a la que podemos aspirar por medio de nuestra
reconciliación, todo en un solo evento que cumpliera con la ley impuesta para
alcanzar el perdón y con la gracia para alcanzar la redención.
¡El precio de nuestra salvación!
Para llegar a ser reconciliados con Dios, tenemos que ser
perdonados por rebelarnos en contra de nuestras conciencias, que son nuestros
pecados y ahora sabemos que los actos por los que hemos sido condenados son
dignos de muerte, causa de ésa muerte latente de nuestras almas y no tenemos
manera de pagar por nuestras faltas, es por ésta razón que necesitamos ser
salvados, que alguien pague por nuestros agravios con un sacrificio agradable a
Dios.
Pero ¿quién puede pagar el precio?...
Sólo Dios.
No tenemos por nuestros propios medios manera de
reconciliarnos con Dios, así que siendo imposible para el hombre pagar el
precio de nuestro propio perdón para nuestra redención y como entendemos que en
verdad es necesario pagar por nuestros agravios, es por ésa razón que
necesitamos que alguien pague por nuestras culpas y como ya dije “para que
nadie piense que por sus méritos merece el perdón y la reconciliación, y no se
vanaglorie” Dios nos proporcionó un sacrificio digno para nuestra
reconciliación en semejanza de lo que tiene que ocurrir en nosotros, que sirva
para nuestro entendimiento y sea la manifestación de su verdadera naturaleza y
de la vida a la que podemos aspirar, éste sacrificio lo hizo en un hombre que
con todo conocimiento reveló el misterio de la naturaleza de Dios, en el amor
por nosotros, con lo que podemos comprender que vivía y vive en el Espíritu del
Creador, por lo que debemos entender que el hijo de Dios, está vivo para Dios
por su entendimiento, éste hombre se llamaba Jesús. Dios se engendró en Jesús y
se entregó a sí mismo, lo que también se puede entender como que Dios entregó a
su hijo, para que sin nosotros merecerlo, pagara por nuestras rebeliones y
nuestras desobediencias, para el perdón de nuestros pecados y la reconciliación,
para que también nosotros pudiéramos por medio de su sacrificio, renacer a la
vida para la que fuimos llamados a ser juntamente con Jesucristo hijos de Dios,
por eso Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos, porque con su
resurrección podemos dejar de servir a nuestros cuerpos mortales, para hacer de
estos cuerpos, templos del Espíritu de Dios, vivo ahora en nosotros por el
entendimiento como hijos suyos y así cumplir con la razón de la creación.
El plan de Dios no es destruirnos, no es condenarnos al
infierno, lo que él quiere es tener hijos y para eso es que envió a Jesús al
mundo, necesitamos al cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que en su
vida y en su muerte es la semejanza de lo que ocurre y debe ocurrir en nuestras
vidas para nuestra salvación, ya que él, siendo el primero en vivir
conscientemente al Espíritu, se entregó a sí mismo en sacrificio, para que sea
el ejemplo semejante de lo que debe ocurrir en nosotros mismos para ser
reconciliados, ya que así como nosotros hemos condenado nuestras almas por
nuestras rebeliones y estamos condenados, así fue condenado Jesús por causa de
nuestras rebeliones, sufrió azotado y fue vejado como es castigada nuestra alma
con la culpa y el temor, para que al morir a su carne, nosotros muramos juntamente
con él a nuestra carne, para que con su resurrección, resucitemos juntamente
con él en nuestro espíritu y sea nuestro cuerpo material el nuevo templo en el
que habite el mismo Cristo resucitado (nuestro espíritu resucitado) por causa
del entendimiento de su sacrificio, un solo Dios, un solo Cristo, un solo
sacrificio vivo y eterno, muestra también del amor absoluto y eterno de Dios,
que aun siendo pecadores, Dios entrego al cordero sin mancha y sin pecado,
Cristo entrego su cuerpo mortal, para resucitar en nosotros, es el renacer de
nuestro espíritu, Cristo Jesús se entregó a sí mismo para nuestra salvación.
Por esto vino en Jesús y Jesús pronunció el propósito de
su vida y de su sacrificio, y porque entiendo que eso que confesó es cierto, es
por eso que su sacrificio no es en vano, porque a mí me sirvió para el perdón
de mis pecados igual que a todo aquel que en Él cree, no existe otro hombre que
haya dicho lo que él dijo al decir que entregaba su vida para mí salvación, ni
hizo lo que él hizo al morir en la cruz por mis pecados que son mis
desobediencias y mis rebeliones hacia Dios, por lo que puedo comprender que su
sacrificio sea mi sacrificio, lo que hace que sea digno para Dios, porque ya no
es necesario pagar de otra manera por nuestras culpas, Dios nos proporcionó en
Jesús lo necesario para nuestra reconciliación, porque también nos muestra el
camino a través de su ejemplo, la verdad a través de sus palabras, la vida a
través de su resurrección para nuestra salvación y la verdadera naturaleza de Dios
a través de su amor, y cuando entendemos que lo hizo por amor, confirmamos que
es el Hijo de Dios y nuestro salvador, para que la culpa por causa de la
desobediencia, sea crucificada juntamente con los deseos de nuestra carne y no
sea más una carga de muerte para nuestra conciencia, sino que seamos libres
para acercarnos a Dios y podamos conocerlo, renaciendo al mismo tiempo en
nuestro espíritu para vida eterna y paz, y así poder decir confiadamente que
Dios es nuestro padre.
Jesús en su sacrificio nos muestra lo que realmente vale
para Dios y también al verdadero Hijo que habitaba en Jesús, porque el Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo, era el cuerpo mortal de Jesús, el cual
fue sacrificado, demostrando que ése cuerpo no tiene valor para Dios, más que
lo que se hiciere con él por la intención de sus actos, que fue nuestra
Salvación; pero el Hijo de Dios, que habitaba en Jesús, es lo que realmente
vale, ya que es el Cristo, su Espíritu, que es y era el mismo Espíritu de Dios,
el que vive para siempre; Jesús pagó en obediencia por nuestras desobediencias
para nuestra reconciliación, para que resucitáramos juntamente con él a nuestro
propio espíritu, ya que su resurrección es la muestra de lo que tiene que
ocurrir en nosotros, al aceptar que ése sacrificio es el pago por nuestros
pecados, para que juntamente con él, resucitemos a una nueva vida espiritual.
Si el cuerpo mortal de Jesús valiera algo para Dios, éste
no hubiera sido mortificado y seguiría entre nosotros, porque como está
escrito, “el cuerpo mortal es polvo y en polvo se ha de convertir”, más el
Espíritu, que es uno sólo porque es absoluto, ahora puede vivir en nosotros
para ser en el cuerpo mortal, los nuevos templos de Dios. Sólo así es entendido
el texto que dicta que, “si Cristo no resucitó de los muertos, vana es nuestra
fe y aún seguimos en nuestros pecados”, porque si sólo resucitó para sí mismo,
entonces ¿cómo es que resucitamos nosotros?, pero su resurrección es en
nosotros, en nuestro propio espíritu, por lo que su resurrección la compruebo
en mi propio ser y no en las obras, sino en la esencia de las mismas, por la
conciencia que tengo de ellas.
Jesús se hizo metáfora para que tuviéramos su testimonio
en semejanza de lo que tiene que suceder en nuestro propio espíritu, su cuerpo
físico es la semejanza de nuestro cuerpo espiritual, su sufrimiento es la
semejanza de nuestro propio sufrimiento espiritual, la condena por nuestras
faltas es la semejanza de la condena de su propia carne, su muerte es la
semejanza de nuestra propia muerte latente, su sacrificio es la semejanza del
amor que Dios tiene por nosotros que hemos sido elegidos para ser sus hijos, su
resurrección es la semejanza de la resurrección que ha de suceder en nuestro
propio ser, cuando por el perdón de nuestras almas y por el entendimiento
resucite nuestro espíritu, para poder llegar así a ser hijos de nuestro padre
Dios, por lo que Jesús no se avergonzó de llamarnos hermanos.
Jesús habló como un profeta con todo entendimiento, se
sacrificó a sí mismo por amor a nosotros y siendo el primogénito hijo de Dios,
es nuestro salvador, que tristeza que ésta verdad tan grande haya estado velada
para el entendimiento de los hombres, porque necesitamos un sacrificio, que
solamente Dios puede proporcionar, que sea un sacrificio Absoluto y eterno, y
esto sólo es posible si Jesús viviera por medio del conocimiento de Dios a su
propio Espíritu, y siendo espíritu del Espíritu de Dios, es Dios mismo, porque
Dios es absoluto y no puede ser otro Espíritu; Él vino y nos enseñó por medio
de metáforas la voluntad de Dios y la vida espiritual “aprended de mí que soy
manso y humilde de corazón”, Él hizo el sacrificio, consciente de que lo hacía
para la reconciliación y el perdón de nuestros pecados, para que siendo el
primogénito fuera el primero de muchos, sacrificando su primogenitura para que
nosotros pudiéramos ser como Él es, si algún otro profeta hubiera dicho lo que
él dijo sería complicado escoger alguno, pero no hay otro en la historia que
cumpla con nuestra necesidad de perdón y reconciliación, y que sea la semejanza
de lo que tiene que ocurrir en nosotros, por eso dijo “yo soy el camino, la
verdad y la vida, nadie viene al padre si no es por mí”. Así como su testimonio
es suficiente para saber que sabía lo que hacía, mi entendimiento de su
sacrificio que es mi fe, es suficiente para salvar mi propia alma.
Ése sacrificio ha sido suficiente para algunos, pero por
la falta del conocimiento de Dios, ése sacrificio ha sido inaccesible para
muchos más, porque, ¿qué sentido tiene ése sacrificio si todo fuera relativo?,
no serviría más que como un chantaje moral para que por sus sufrimientos nos
avergonzáramos de nosotros mismos y escogiéramos el bien en vez del mal, pero
Dios no quiere nuestra vergüenza, quiere nuestra redención, no quiere siervos
que teman y obedezcan ciegamente al amo y señor, quiere hijos que sean como Él,
que tengan la vida que Él tiene y que sean su gloria, para eso Jesús se entregó
a sí mismo, para tener esclavos obedientes tiene al resto de la creación que
hacen exactamente para lo que fueron creados, pero nosotros tenemos el libre
albedrío y la posibilidad de conocer a Dios, qué diferencia tan notable que sea
a través del entendimiento la reconciliación.
Aquí es cuando podemos hablar de Dios de cualquier forma
“Científica o Religiosa”, ya que Dios ya no es un misterio velado por la
ciencia en su limitada apreciación, sino que habiendo traspasado toda frontera,
podemos considerarlo conscientemente desde cualquier perspectiva y al mismo
tiempo retomar la religión, llevando el conocimiento metafórico al conocimiento
científico y viceversa, del conocimiento científico al conocimiento metafórico
para su verdadero entendimiento.
Éste es el momento de demostrar matemáticamente lo que
significa Dios en nosotros, porque si al multiplicar el cero por cualquier
cosa, el resultado es cero y sabiendo que nuestro valor relativo respecto al
Absoluto es cero, se demuestra que nosotros sin Dios no valemos nada. Pero Dios
no es relativo y matemáticamente es lo único que representa algún valor, por lo
que sabiendo que al dividir cualquier valor entre cero es infinito, que es un
valor absoluto, demostramos matemáticamente que Dios en nosotros, nos convierte
en seres absolutos.
Reconsideremos el valor de nuestra propia creación y el
amor que Dios tiene por nosotros, tanto amor que entregó su vida en un acto
tremendo, tan inmenso como todo el Universo pero mucho más valioso para Dios,
porque en el amor es donde se encuentra la verdadera naturaleza de nuestro
Creador y el significado del verbo que dio origen a toda la creación; porque el
amor es la esencia de la vida y al hacer conciencia de su significado es lo
único que representa algo valioso y bueno en el entendimiento, como está
escrito “en el principio era el verbo y el verbo era con Dios y el verbo era
Dios, y el verbo se hizo carne y habitó entre los hombres y se sacrificó a sí
mismo por amor de su nombre”. Y también dice “cuanto amó Dios al mundo, que aun
cuando éramos pecadores y estábamos condenados por causa de la desobediencia,
Dios entregó a su Hijo unigénito en sacrificio vivo, para que no nos perdamos
sino tengamos vida eterna”. Por lo que para nosotros los que por su amor y su
sacrificio fuimos llamados a ser hijos de Dios, también es lo verdaderamente
valioso.
Porque hasta ahora hemos considerado como el único
indicio de vida el reflejo de las actividades fisiológicas, cuando con el
entendimiento podemos hacer conciencia de nuestro cuerpo espiritual,
comprendiendo en el ejercicio del amor y la verdad, la vida consciente de
nuestro espíritu, del cual se desprenden la paz y el gozo como la expresión
inequívoca de la esperanza que hemos alcanzado, sabiendo que eso que sentimos
no es producto de la imaginación, sino el corazón que late de nuestro cuerpo
espiritual en nuestro entendimiento.
El amor que emana del Espíritu de Dios es sin duda su
poder y su gloria, no existe nada de lo creado que pueda compararse con la
experiencia de sentir el amor de Dios vivo en nuestro corazón, “fluyendo como
ríos de agua viva en nuestro entendimiento”, en pro de una existencia agradable
y perfecta; comprender el amor que proviene del absoluto y eterno Dios le da
sentido a la definición que dicta, “el amor todo lo puede, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta, nunca deja de ser, no hace nada indebido, no se
goza de la injusticia, más se goza de la verdad, pasarán los cielos y la tierra
pero el amor no pasará”, y esto sólo se comprende cuando el amor proviene del
Espíritu, “no dé la razón”, pues el amor de Dios va más allá de todo
entendimiento porque es la fuente del entendimiento, ya que el infinito amor de
Dios es su poder y su gloria.
Todo se resume al entendimiento, ya no es necesario
sacrificio alguno, todo está consumado, lo único que quedaba velado “el
misterio de Dios”, comienza a develarse al comprender su verdadera naturaleza,
para que todos esos actos de fe que se hicieron para nuestra salvación, sean
comprendidos por nosotros y no sólo sean una serie de actos dramáticos que
exalten la culpa antes que el entendimiento, para que nuestro propio espíritu,
nuestro Cristo que es el hijo de Dios, resucite en nosotros y ya no estemos
condenados por nuestros pecados, naciendo a una nueva vida espiritual llena de
amor, ya que con el entendimiento en la conciencia, la esencia de nuestros
actos cobre el valor trascendente y eterno que tienen en la intención.
Dios es amor, de donde emana la ley espiritual y los
profetas, que se traduce en dos mandamientos, “amarás al señor tu Dios con
todas tus fuerzas, con toda tu alma y con todo tu entendimiento” y “amarás a tu
prójimo como a ti mismo”, ¿Por qué no mencionar el amor hacia uno mismo como un
mandamiento? Porque el lugar de Dios es uno mismo, porque si Dios no vive en mí
solamente puedo ser el siervo de alguien que no soy yo, lo que me haría si es
que sirvo a Dios un buen siervo sin esperanza, pero como Dios es en mí,
entonces el siervo es mi ser relativo, mi expresión y al único que sirvo es a
Dios, porque mi alma que ahora por el perdón y la reconciliación vive en el
Espíritu de Dios, es la dueña de mi voluntad, “soy siervo de Dios en mi cuerpo
material, hijo legítimo de Dios en mi cuerpo espiritual”, así que amar a Dios
es por necesidad amarse a uno mismo, lo que en verdad es reconfortante y nada
oneroso, por lo que ahora también entiendo el segundo mandamiento que es amar a
mi prójimo como a mí mismo, no es ser siervo de otro, no es un sacrificio, ¡es
amar!, para que sirviendo a Dios tengamos misericordia de los hombres, de todos
aquellos que no han alcanzado la esperanza para la que fueron creados, servir a
otro es oneroso, servir a mi Espíritu, el que me hace vivir verdaderamente, es gratificante,
si ayudo a otro es amarme a mí mismo, porque mi lucha es por un bien mucho
mayor en la eternidad, ahora servimos al Espíritu que es lo único valioso y
trascendente, por lo que no nos es difícil poner nuestros miembros al servicio
del amor y la justicia, Dios quiere misericordia no sacrificio y Dios en
nosotros es la única razón que queda, todo lo demás por lo que luchaba parece
perder sentido, ya puedo vivir y morir en paz, sabiendo que entonces conoceré
como fui conocido, Dios es en mí y yo soy en Él y somos uno, ésa es la verdad,
ésa es mi vida y mi esperanza.
El amor es sin duda la mejor intención, y la expresión
innegable de la vida espiritual es amar conscientemente, así como Dios nos ha
amado y nos ha enseñado con su ejemplo, dejemos que ése infinito amor se
manifieste en nosotros como nuestra nueva naturaleza, pongamos nuestros
miembros mortales al servicio del amor y la justicia, que es nuestro culto
racional, reflejo de nuestra nueva vida espiritual, para la gloria de Dios,
para vida eterna y paz.
Hablar de reconciliarnos con Dios es hablar de religión,
de religarnos con Dios, sin embargo la religión ha sido históricamente la
fuente más poderosa de odio entre los seres humanos, y en vez de ser la fuente
del conocimiento para reconciliar nuestras almas con Dios, se ha convertido en
un paliativo y en un sugestivo más, en un pretexto para mostrar el odio que
tiene origen en las más superficiales diferencias y esto es algo que el mundo
teme.
Estos seres humanos que usan la religión como pretexto
para sus crímenes, diciendo que “sirven” a Dios, piensan que hacen lo correcto
al tratar de servirlo de la manera que lo hacen, sin embargo Dios no quiere
siervos, sino hijos que vivan conscientemente la realidad de la vida
espiritual, como está escrito “el siervo no permanece para siempre en la casa
de su señor, más el hijo permanece para siempre”. Estos siervos de Dios,
imaginan cuál es su voluntad, pero sin el entendimiento del amor absoluto del Creador,
yerran en sus juicios y se condenan en sus actos, pero no están menos
equivocados los que juzgan sin violencia física, ya que la religión no está
hecha para juzgar a nadie, ya que cualquier juicio para condenar a otro es un
acto apartado de la voluntad de Dios, que tiene en el amor y la verdad por el
entendimiento, las únicas armas de la fe, nunca el juicio y la condenación,
para eso ya cada uno tiene su propia conciencia.
La reconciliación de nuestro ser, debe transformar
nuestra propia alma, en un acto de íntima y profunda reflexión, desde la
conciencia de nuestro propio espíritu, destapando todo aquello que ha quedado
latente en el inconsciente al borde de la ira y del terror, para que con éste
conocimiento entendamos la razón del dolor y la verdadera solución que hemos
encontrado; la lucha por recuperar la cordura y el valor, es una lucha interna
que pasa por la recapitulación de aquello que ha marcado nuestras vidas por no
haber sabido lo que somos en espíritu y verdad; para que al haber resuelto éste
dilema podamos también aportar nuestra sensatez a los problemas de la sociedad
y de la cultura, dejando de idolatrar a la expresión, transformando éste mundo
impío en la gloria del entendimiento humano, porque así como no teníamos
justificación para nuestros actos delante de Dios y estábamos condenados,
tampoco tenemos como sociedad ninguna justificación para hacer lo que nos
condena, por lo que sin demora alguna participemos conscientes de que sabemos
lo que nos conviene en el devenir de la historia, para que quede huella del
bien y la misericordia que hemos alcanzado en el Espíritu del Dios.
¡El
misterio tiene que ser revelado!
La metáfora era antes de la ciencia, y la definición es
ahora la forma de transmitir las verdades universales y el entendimiento, pero
cuando la ciencia por falta de conocimiento sentó unas bases limitadas al no
haber discernido el alma y el espíritu, por no poder comprender la diferencia
entre lo absoluto y lo relativo, nuestro entendimiento se vio imposibilitado
para comprender nuestra razón de ser y de existir, fuimos vanidad sin
esperanza, pero Dios ha tenido misericordia de nosotros y nos ha revelado su
misterio, Dios es absoluto y nos creó para engendrarse en nosotros y tener
hijos que vivieran la vida espiritual y eterna, expresando a través del Amor su
verdadera naturaleza, entendiendo al fin por la verdad absoluta del Creador, la
diferencia entre el alma y el espíritu, porque como está escrito, “la verdad es
como una espada de dos filos capaz de discernir el alma y el espíritu”.
El misterio de Dios tiene que ser revelado a partir de su
definición, para que pase a ser parte del conocimiento universal, usando ésta
definición del Absoluto como el punto en que se apoye nuestro entendimiento,
porque conocer a Dios es útil para todas las religiones y para la ciencia.
¿Quién no está interesado en conocer al único Dios verdadero, el único Dios
absoluto y eterno, el único Creador?, y más aún ¿quién no quiere ser hijo de
Dios?
Éste conocimiento es la esperanza que la ciencia espera,
que hasta ahora no tenía ninguna razón para suponer que podíamos trascender de
algún modo, su conocimiento y esperanza eran tan vanos, como su entendimiento.
A las iglesias les resuelve el misterio de la fe, al
comprender el significado de las metáforas que antes sólo podían usar para
condenar, para entender lo que realmente quiere Dios, quien ya no es
incognoscible e inalcanzable, usando éste conocimiento para educar a sus
miembros con toda sabiduría y entendimiento, porque:
·
Unas iglesias al no tener el conocimiento para
convencer por medio del entendimiento a sus miembros de hacer lo que es bueno,
terminan juzgándolos y juzgando a los demás.
·
Otras iglesias
que no conocen al Dios absoluto y
eterno, les dan ídolos.
·
Otras más al no conocer el amor y la misericordia
de Dios, sólo les dan motivos para ser unas terribles bestias, capaces
de cometer actos injustificables para él Espíritu pero justificados por la
religión.
·
Algunas otras
que al inculcar el temor por la condenación,
sólo les dan motivos para ser unos buenos siervos pero no se consideran hijos
de Dios, pues no lo conocen ni lo entienden.
·
Hay las que al tener su esperanza en el cuerpo
material, creen en la rencarnación, con la vana esperanza de ser esos
mismos seres relativos, que no pueden tener esperanza ya que lo relativo para
morir nace y no puede trascender, lo que también es desesperanzador.
·
Muchas hacen acepción de personas
argumentando su raza, género o “éxito superficial” (fama, fortuna,
fanatismo de sus miembros, cosas aparentes que los distingan de los demás),
como la muestra de la bendición de Dios sin comprender su soberbia y su
destino.
·
Y también
están los que ni siquiera creen en
Dios, que no dejan de ser su creación y Dios no deja de estar interesado
en su salvación.
·
Con éste
entendimiento todas las iglesias pueden adorar al único Dios verdadero, dejando
de observar sus diferencias relativas para
coincidir en la verdad Absoluta del cuerpo espiritual, nuestro Hijo de Dios,
nuestro Cristo, porque conociendo a Dios, podemos manifestar
conscientemente la vida espiritual en el amor por los demás.
El misterio de Dios tiene que ser revelado, la
inteligencia del hombre tiene que culminar conociendo a Dios ¿Qué otro
propósito puede tener la razón? Que por medio del entendimiento conozcamos a
Dios y sí inteligentemente conocemos a Dios, sabiamente aborrezcamos el mal,
porque el temor al conocer a Dios, es que nuestro prójimo por causa nuestra sea
lastimado, en lugar de que encuentre en nuestras palabras y nuestros
testimonios, el amor y la verdad que busca su alma, como está escrito “no solo
de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que salga de la boca del
Altísimo”, siendo nosotros, los que conocemos a Dios, su expresión.
El capitalismo que tiene como premisa la acumulación del
capital, no considera al hombre como parte de su haber, sino solamente lo
considera un recurso renovable, consideremos al ser humano como el principal
valor y su entorno parte de su propio ser, para crear una nueva Filosofía en la
que cada uno de los seres humanos, seamos algo más que máquinas inteligentes
que desean conseguir la supremacía por las apariencias, para que con éste
conocimiento, seamos el fin de todos los esfuerzos que en conjunto tuviera
nuestra especie, como la expresión consciente de la esencia misma de las cosas
y no sólo la muestra fehaciente de la vanidad sin esperanza, que hasta ahora
hemos mostrado.
Es hora de reconsiderar a la expresión como un fin y no
como un principio, estableciendo que lo sublime de una obra nunca justifica a
su autor, sino que la intención del mismo acto es el que verdaderamente nutre
al alma, porque esos actos sublimes bien podemos considerarlos como regalos de
Dios para los que lo amamos y bien pueden ser pura vanidad para los que los
hacen, y actos que otros pudieran considerar como insignificantes podrían ser
trascendentales y dignos de toda gloria en el espíritu, para aquellos que los
realizan.
No nos dejemos engañar por lo que ven nuestros ojos en
las obras materiales y abramos los ojos del entendimiento para alcanzar la
gloria eterna, ¿quién en sus cabales podrá negar el valor de éste conocimiento
y reconsiderar toda su existencia en función de lo eterno? pero no va a ser
fácil, el dios de éste mundo “la vanidad y el dinero”, tienen a muchos
atrapados en sus redes y es francamente difícil que hallen el entendimiento.
Como está escrito, “muchos querrán morir (a su vanidad) y no podrán”, ésta
lucha está por empezar, lo único que tengo por seguro es quien va a vencer,
porque Dios es la verdad que necesita nuestra alma para entender su propósito y
destino, como está escrito, “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” y
al final es seguro que todos doblaremos nuestras rodillas al creador, aún
aquellos que no puedan salvarle la vida a su propia alma.
El lenguaje universal de la ciencia tiene que proveer la
solución al misterio de Dios y a su vez fundamentar la transformación de
nuestros principios y valores, dándole al humanismo una nueva forma de resolver
los problemas del hombre, en base a la buena conciencia y no con paliativos o
sugestivos que nada resuelven, reconsiderando el valor de ésta vida relativa
que parece tan importante y que en verdad no puede trascender, consideremos “la
vida eterna” como la fuente de la esperanza que nos dé la tranquilidad para
transitar por éste mundo, para alcanzar nuestro verdadero destino con Dios y en
Dios en la eternidad.
Nuestra reconciliación representa mucho más para la
expresión material de lo que suponemos, porque hasta ahora hablamos de la vida
eterna, pero ¿tiene algún sentido nuestra vida temporal o tenemos que acortarla
a partir de entender que nacimos para ser como Dios? ¿No será más bien cambiar
la expresión de las cosas en algo valioso y trascendente por su esencia y hacer
de nuestra expresión en esencia algo agradable y perfecto, algo digno de
considerarse como una expresión de Dios?
Esta vida no puede ser un simple trámite, tiene que ser
el inicio de todo lo bueno que pueda existir, si alguien piensa que la vida es
aburrida si no se rompen las reglas o se violan las leyes, no ha entendido
nada; no hay nada más agradable que vivir haciendo las cosas sin cargos de conciencia,
no hay nada más gratificante que usar toda nuestra creatividad e inteligencia
en hacer de éste mundo algo digno para la vida, es un gran reto el hacernos
responsables de lo que somos y de lo que tenemos, pero hemos perdido el tiempo
miserablemente, hemos sido unas bestias delante de Dios y los gobiernos han
sido bestias de muchas cabezas buscando la supremacía por lo relativo,
sacrificando la verdad y la vida en pro de una falsa imagen de triunfo y
gloria.
Seguimos siendo en la carne estos mismos seres limitados,
intrascendentes, sin esperanza y nuestras almas han estado sujetas a la vanidad
por la ignorancia y por el pecado, ¿cuánto hemos sufrido y llorado?, ¿cuánto
tiempo más tiene que pasar para reconciliarnos con nuestro Creador y hacernos
responsables ya no como criaturas sino como hijos, de lo que nuestro Padre ha
creado para nuestra recreación?
La expresión es sin duda importante para nosotros y ésta
vida es la oportunidad que tenemos para hacer de nuestras obras algo que nos
llene de orgullo, pero sobre todo que glorifique a Dios y a su hijo en
nosotros, porque nosotros fuimos creados para llegar a ser engendrados por
Dios, pero nuestro cuerpo material que sigue siendo nuestro, tiene que ser
ahora puesto al servicio de la verdad y la vida; la belleza no puede seguir
siendo la expresión del egoísmo, sino que trascendiendo a las formas, la
expresión de nuestra especie tiene que ser una hermosura, tenemos que encontrar
la forma de integrar a la mitad del mundo a una existencia digna y a la otra mitad
del mundo a una existencia noble, sabiendo que la nobleza no debe ser una
simple expresión, sino la muestra más clara de la vida que ahora representamos.
Llegará el día en que todos conoceremos a Dios y no será
necesario decir conoce a Dios, porque todos lo conoceremos, ahora tenemos los
argumentos “Todo es Absoluto”, “Dios es Absoluto”, ésta es la verdad, dejemos
de ser las bestias inteligentes que hemos sido, porque si sólo somos bestias
que viven para lo relativo, ¿qué hacemos? sino la voluntad de quien nos creó,
¿pero qué esperanza es esa?, como está escrito “¿Quién será aquel que diga que
sucedió algo que el señor no envió, de la boca del Altísimo no sale lo malo y
lo bueno, de que se lamenta el hombre viviente?, laméntese el hombre en su
pecado”. Entonces es cuando entiendo que sin Dios, somos la peor plaga que ha
pisado la tierra, capaz sin duda alguna de destruir al mundo y a nosotros
mismos, somos un peligro que hay que erradicar y sólo hay dos opciones, la
opción fatalista del exterminio del animal humano o el nacimiento en nosotros
de una nueva criatura que viva y reine en éste mundo, ésa nueva criatura
tenemos que ser nosotros, que oportunidad tan grande, que salvación tan plena,
la de nuestra alma y la de la creación; cambiar el destino incierto por la
certeza de nuestras intenciones, ¿qué más necesitamos para conocer el destino
que nos espera y que le espera al mundo?, sabiendo que aquí estamos nosotros
para hacer resplandecer la gloria del Dios viviente en su creación.
Dejemos de imaginar que podemos ser diferentes, la utopía
ha dejado de ser, todas las cosas son hechas nuevas, no sólo somos distintos en
nuestra imaginación, nosotros los que renacemos al Espíritu somos nuevas
criaturas, templos vivientes en el cuerpo animal, hijos legítimos de Dios en el
cuerpo espiritual; ahora comienza la verdadera lucha espiritual, porque la
voluntad de Dios es que ninguno se pierda sino que todos lo conozcamos, seamos
reconciliados y tengamos vida eterna, porque como está escrito, “el continuo
clamor de las criaturas espera, la manifestación gloriosa de los hijos de
Dios”, del Dios de amor y de misericordia, para que llenos de su Espíritu
mostremos la piedad y la vida a toda su creación, tenemos que someter a la
bestia que habita en nosotros a la voluntad de Dios, para que glorifiquen al
hijo de Dios (su propio espíritu) en sus propios cuerpos mortales, para honra y
gloria de su nombre; todo aquel que entienda haga su parte, ya no hay duda
razonable tenemos la certeza y la convicción de nuestra parte, Dios es Absoluto
y eterno, Dios es amor y verdad, Dios es justo y bueno, y nosotros los que lo
conocemos somos sus hijos, espíritu de su Espíritu, Él es en nosotros y
nosotros en Él y somos uno. Él es nuestra vida y fuera de Él nada somos.
Adoremos a Dios con nuestros testimonios y nuestras
obras, en actos de una conciencia plena; así al reconsiderar el valor de la
esencia misma de las cosas podamos entender el fin de nuestros actos, lo que no
condena las obras de nuestras manos sino que les da un nuevo sentido, una nueva
dirección ya que la filosofía de éste mundo tiene como fin la supremacía
aparente antes que la gloria eterna, vano esfuerzo el nuestro al querer
alcanzar por la apariencia de nuestras obras un fin digno, no hay nada más
indigno que la vanidad y el egoísmo, pero “el fruto del espíritu es amor, paz,
gozo, bondad, benignidad, mansedumbre, templanza y fe”, lo que podría sin lugar
a dudas hacer de nuestras obras algo digno y valioso para nuestra vida eterna,
si así fuésemos nosotros.
La conciencia de nuestro espíritu, que en otro tiempo fue
una carga insostenible, debe ser la reconfortante muestra de nuestra nueva
naturaleza, ya que en la toma de decisiones hemos de considerar la esencia
antes que la apariencia, siendo la paz y el gozo (la felicidad) la consecuencia
lógica de la vida espiritual; porque la felicidad no es otra cosa que sentir
paz y gozo en medio de la adversidad o en los momentos de alegría, al expresar
el amor y la verdad con la que hemos sido engendrados, para que con las armas
de nuestro entendimiento hagamos con toda benignidad, mansedumbre, templanza y
fe lo que nos corresponde, para que podamos decir confiados, “si Dios conmigo
¿quién contra nosotros?”.
Ahora con el espíritu vivo entendamos la libertad que
hemos alcanzado, para dejar de tener una doble moral y seamos hijos de Dios
todo el tiempo, porque es muy fácil dedicar un tiempo para la iglesia y otro
tiempo para el mundo, pero ésa forma de ser no es más que la muestra de la ignorancia
de la vida espiritual, que ya no es ajena en ningún momento; ahora la iglesia
de Dios está en todas partes para los que somos sus hijos y nos congregamos en
todos los lugares a los que vamos, porque el templo siempre va con nosotros, lo
que nos permite hacernos responsables de nuestros actos porque entendemos la
diferencia entre lo bueno y lo malo, por lo que podemos hacer lo que nos
plazca, como está escrito, “todo nos es permitido, pero no todo nos conviene”;
“todo nos es licito, pero no todo nos edifica”; “todo nos es permitido, pero
nada de lo que hacemos se enseñorea de nuestra voluntad”, y esto es posible
porque hemos recuperado la inocencia, hemos renacido a nuestro espíritu, que
ahora vive y reina en nuestro entendimiento (lo que también se puede
interpretar como que Cristo vive en nuestro corazón), lo que nos brinda la
verdadera libertad al hacernos responsables de nuestros actos, en el ejercicio
de nuestra voluntad y libre albedrío, y es nuestra razón la que da fe de ésa
vida espiritual, porque somos inocentes en la malicia pero sabios en el
entendimiento, nos podemos equivocar en la dirección, en la razón, en la forma,
pero nunca en la intención, sabiendo que Dios nuestro padre está atento a lo
que nosotros no podemos controlar.
Tenemos ahora la responsabilidad de ser de un perfecto
corazón para con Dios, por lo que debemos estar conscientes en todo momento,
esforzándonos en decidir correctamente hasta no tener que arrepentirnos de lo
que hacemos, dejando de ser niños en el entendimiento de Dios.
La responsabilidad de nuestra vida espiritual es la
verdadera libertad a la que podemos aspirar, porque hay quien teme hacerse
responsable de sus actos lo cual muestra su desconocimiento, (como ya
observamos el hombre teme a lo que no conoce) y entendamos que sabiendo el
significado y el valor de nuestro propio espíritu, éste es el que fundamenta
nuestra razón y nuestro que hacer, por lo que sin temor alguno enfrentemos la
vida conscientes de que sabemos lo que nos conviene, entendemos lo que nos edifica
y nuestro espíritu es el que se enseñorea de nuestra voluntad, por lo que
nuestras obras son la expresión de la vida que ahora representamos.
La libertad sin responsabilidad es libertinaje y termina
por corromper nuestros actos, la responsabilidad sin libertad es esclavitud,
pero para que haya una verdadera responsabilidad tiene que existir el
conocimiento que nos brinde la seguridad de que eso que hacemos es lo correcto,
por lo que no debemos menospreciar las razones de Dios, que a través de nuestro
propio espíritu manifiesta en nuestra conciencia por su amor. Como está
escrito, “en el perfecto amor, no hay temor, porque el perfecto amor echa
afuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo, donde el que teme no ha
sido perfeccionado en el amor”.
Nuestra escala de valores, con el fundamento del Dios
Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente tiene que brindarnos la seguridad de
nuestra vida y de nuestra obra, dejemos de temerle al mundo, como está escrito,
“¿por qué le tienes miedo al hombre que solo puede matarte el cuerpo?, ten
miedo de aquel que puede llevarte a la segunda muerte” (que es desobedecer a su
propia conciencia espiritual), por lo que es nuestra responsabilidad discernir
el bien y el mal de nuestros pensamientos, porque el ojo no se cansa de ver ni
el oído de oír, pero sí podemos desechar lo malo y tomar lo bueno para nuestra
conciencia, porque sabemos que Dios está preparando nuestra habitación
celestial hecha de su Espíritu para la eternidad, cuando sin el conocimiento de
Dios, somos nosotros los que construimos nuestro propio infierno.
Dejemos de temerle a Dios sabiendo que el conocimiento
que hemos adquirido de Él nadie nos lo puede quitar, porque es nuestro, quien
puede venir ahora a refutar lo que aquí hemos demostrado, porque como está
escrito para los que hemos alcanzado éste entendimiento, “ni la vida, ni la
muerte, ni el presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni nada de
lo creado podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús (nuestro
espíritu resucitado por el sacrificio de Jesús), nuestro Señor”.
Todo lo que aquí explico, está escrito en la Biblia y con
éste fundamento todas esas metáforas tienen un sentido claro y preciso, para
que entendiendo su verdadero significado, la Biblia sea el texto que les pueda
orientar mejor.
La ciencia se equivocó al declarar “que nada es absoluto, todo es relativo”, engañando a la
sociedad con una premisa falsa, dando a entender qué a ciencia cierta lo
absoluto no existe, cuando aquí hemos podido demostrar que “nada” no puede ser
el origen del Universo. Demostramos que en el Universo ése inmenso espacio que
existe entre las galaxias, entre las estrellas, entre los átomos e
infinitamente fuera del mismo, no puede ser nada, por lo que ése inmenso
espacio está lleno del todo absoluto y eterno que es Dios.
Suponer que nuestro origen es la nada es absurdo, lo que
nos da la pauta para comenzar a develar el misterio de “Dios”. Para empezar,
comprendimos que es absoluto porque no tiene parámetros, que son los que rigen
al Universo, que el tiempo y el espacio son una creación de Dios, el Universo
integro en toda su expresión objetiva y subjetiva, obras e ideas, surgen y
están inmersas en Dios como su expresión. Por lo tanto, el Todo que es Dios,
también es Absoluto”, con mayúsculas para acentuar que no es una característica
del Universo, sino que es una entidad absoluta y trascendente; pero ¿Qué es
ésta entidad Absoluta, que es en sí misma? La expresión relativa proviene de la
intención absoluta que es la esencia misma de las cosas; la creación surge de
la intención del creador, y por lo que sentimos de él sabemos que es el Amor,
porque su esencia es el verbo que da origen a toda la expresión en el Universo.
El Amor es Dios, absoluto y eterno por definición, sin parámetros ni limites,
un único Dios Absoluto, Creador de lo que se ve y lo que no se ve como una
expresión de su ser, del que no podemos hacer imágenes porque no es relativo;
omnipotente creador del Universo, omnipresente pues está en todas partes y
omnisciente pues su voluntad y su sabiduría rigen al Universo, Dios no es
abstracto, porque podemos entender sus obras por las leyes y principios que lo
rigen. De Dios emana la vida y nada puede tener sentido sin su existencia.
¡Dios existe!, ¿de qué sirve para nuestra vida saber que
Dios existe?
Lo que llamamos vida, se manifiesta en la conciencia con
el uso de la voluntad y la razón, pasar de la existencia a la vida implica
aprender, no somos más que lo que sabemos, entendemos y estamos conscientes de
ello, la imaginación es una herramienta del alma, pero la imaginación no puede
considerar más que a los parámetros del entendimiento; así que el conocimiento
es el límite de nuestra vida, por eso está escrito que la vida eterna es
conocer a Dios, nos imaginábamos a Dios relativamente, porque a ciencia cierta
no había absolutos y si solamente podíamos considerar lo relativo para nuestro
entendimiento, ¿por qué suponemos que podemos trascender de algún modo?, si la
expresión más grandiosa que conocemos es el Universo que es finito, nuestra
trascendencia se limitaría a las obras que quedarían en la memoria de algunos o
en el apellido de nuestros hijos; que esperanza tan vana y después de ésta
reflexión ¿por qué nos sorprendemos de nuestra forma de vida?, si ésa es
nuestra esperanza queremos vivirlo todo, experimentarlo todo, aunque tengamos
que pagar en nuestra conciencia las consecuencias, de cualquier forma lo
relativo no es eterno y si sólo somos relativos nuestro destino es la muerte,
no podemos trascender.
Por lo que nos planteamos la pregunta ¿cómo es que
conocer lo trascendente puede hacernos trascender si somos seres relativos?,
¿que acaso el cuerpo relativo puede ser trascendente o es que existe un cuerpo
trascendente que no conocemos? y comprendimos que lo que estaba escrito al
decir que Dios nos creó –cuerpo, alma y espíritu- es cierto, que tenemos un
cuerpo relativo que hemos conocido a través de los sentidos; pero también
tenemos un cuerpo subjetivo trascendente, nuestro cuerpo espiritual que está
latente hasta que el alma lo conozca, porque no podemos considerar que está
vivo si no lo conocemos, pero sí existe y lo sentimos aunque no entendamos lo
que sentimos de él, ese es nuestro espíritu.
Por eso está escrito que –el que nace una vez, muere dos
veces, más el que nace dos veces muere una sola vez. También dice que el que es
nacido de la carne para morir nace, más el que es nacido del espíritu nace para
vida eterna y paz-.
Ahora podemos saber que nuestro espíritu es engendrado
por Dios, porque es su mismo espíritu, su misma esencia, para que al conocerlo
despertemos a una nueva forma de vida, una forma de vivir eternamente. Ésa es
nuestra esperanza, para que, al despertar y estar conscientes de nuestro
espíritu, su vida sea nuestra nueva vida por el entendimiento, dejando de
buscar en la carne las respuestas a nuestras plegarias.
El cuerpo que era tan importante, por ser lo único que
conocíamos como nuestra vida, ahora deja de ser el que nos motiva y
comprendemos su justa dimensión, es la semilla desnuda, capaz de expresar la
vida y la muerte, es el instrumento para crear o destruir, el templo en el que
habita el alma y la semilla donde puede ser engendrado el espíritu.
La carne va a morir algún día, esa es la verdad, si la
carne es la razón de nuestra vida, nuestra carne y nuestra alma tendrán el
mismo destino, es cuando cobra sentido lo que está escrito –no hagas tesoros en
la tierra donde la orina y el hollín corrompen y el ladrón roba y asesina,
mejor has tesoros en el cielo donde ni la orina ni el hollín corrompen, y nadie
te lo puede arrebatar-, lo que demuestra que los deseos de la carne que ven en
sus obras la razón de ser, van en contra de los deseos del espíritu que desean
por medio del bien y la misericordia trascender, ya que ésta expresión es
solamente la oportunidad de expresar la esencia misma de la creación de Dios
que es el amor, que si nos fundamenta al mismo tiempo nos llena de paz y gozo,
lo que es muestra de la vida espiritual.
Dios nos dio un alma nueva, con la capacidad de sentir a
la carne y al espíritu, con la capacidad de conocer y decidir, lo que es
nuestro libre albedrio, que nos hace ser personas distintas, para que cuando el
alma conozca al espíritu, se una a él como un solo ser, porque el alma puede ser
la vasija que contiene la esencia misma de la vida, o puede ser la vida, la
esencia, pero no puede ser la vasija y la esencia, por eso está escrito que -no
se puede servir a dos amos, porque con alguno queda mal-. Porque la carne para
morir nace, de la semilla no puede brotar un árbol si no muere primero, pero el
espíritu nace para vida eterna. Por su naturaleza no podemos servir a la carne
y al espíritu, o servimos a la naturaleza de la carne o somos la naturaleza de
Dios. El alma tiene que decidir a quién va a servir.
Por eso está escrito -Vanidad de vanidades todo es
vanidad y aflicción de espíritu-. -Mi pueblo se perdió por falta de
conocimiento-. Sin el conocimiento del Absoluto el alma carece totalmente de
esperanza y lo que manifiesta es un clamor por la incertidumbre de su razón de
existir. Por eso está escrito que -no sólo de pan vivirá el hombre, sino por
toda la palabra que salga de mi boca-, por lo que el conocimiento de Dios es lo
que le da al alma la esperanza de trascender junto con Dios.
Dios hizo la creación y después ver de todo lo creado, se
sintió sólo, por lo que decidió engendrar hijos, para lo cual creo al hombre, y
lo hi hizo a su imagen, así como Dios quiere tener hijos, así nosotros queremos
tenerlos. Por eso es que Dios puso en nosotros su propio Espíritu, un engendro
suyo, para que cuando el alma lo conozca se una al espíritu como un solo ser.
Lo que sentimos del espíritu es la voz de Dios, ya que es
el mismo Espíritu de Dios, su misma esencia porque es absoluto, ésta esencia
nos acusa o nos excusa en nuestra toma de decisiones ya que reconoce las
verdaderas intenciones de nuestro corazón “que es nuestra voluntad”, sin
embargo no entendemos el valor de la conciencia espiritual ya que sólo vivimos
para la carne mientras que sea la única vida que reconocemos en el
entendimiento, así que nuestro cuerpo espiritual está latente para el alma
hasta que pudiéramos despertar, renacer o resucitar en nuestro entendimiento
para alcanzar la vida eterna. La trasgresión por la rebeldía hacia nuestra
conciencia, se convirtió en muerte latente para nuestra propia alma, lo que
también es un obstáculo para que podamos vivir en el entendimiento a ésa nueva
vida eterna en Dios.
Lo que nos lleva a pensar en cómo reconciliarnos con el
Absoluto, porque al momento de conocerlo la carga en la conciencia que antes
podíamos tratar de mitigar con paliativos y justificar con vanidades, se
convierte en una carga insostenible; lo que también nos demuestra que el hombre
que fue creado para reinar sobre la tierra es sin la vida espiritual una
bestia, la peor plaga que haya existido jamás, porque no podemos resistirnos a
la rebeldía (lo que podemos llamar pecado), porque sin el entendimiento sólo
podemos considerar a la conciencia espiritual como un estorbo que nos limita y
nos condena, y nunca como nuestra voluntad, de cualquier forma no la conocemos
y no la podemos considerar como parte de nuestro ser.
Pero existe un obstáculo infranqueable a la hora de
entender las razones del espíritu y es que la condena por el pecado, por la
desobediencia, no son unas nalgadas… es la muerte o, dicho de otra forma, la
imposibilidad de reconciliarnos con Dios, por eso está escrito que -sin
santidad es imposible conocer a Dios-.
Así que habiendo sido destituidos de la gloria venidera
por causa de nuestras rebeliones y teniendo como única esperanza la muerte
porque sin esperanza de vida eterna “para morir nacimos”, nos convertimos de la
gloria de la creación en la bestia más terrible y en la plaga que ahora somos.
¿Entonces el Absoluto es malo?, ¿Dios el creador del
cielo y de la tierra nos creó para la ignominia y la maldad? No, Dios sigue
siendo bueno, porque si fuera malo no nos sentiríamos mal al desobedecer su
voluntad, en realidad no le hacemos mal a Dios a los únicos que lastimamos es a
nosotros mismos.
Dios nos creó a su imagen y semejanza pero no en lo
objetivo, sino en lo subjetivo, porque Dios es Absoluto y solamente en lo
subjetivo podíamos ser creados a su imagen y semejanza. Por eso está escrito
que Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se
arrepienta, por eso tenemos la capacidad de crear como Él, pero no nos creó
para ser semejantes a Él, si ése hubiera sido el objetivo sería tan
intrascendente que no seriamos importantes para Dios, porque en verdad lo que
quiere es que seamos como es Él, por eso nos dio también nuestro cuerpo
espiritual en el cual está latente nuestra vida eterna, espíritu hecho del
Espíritu de Dios que es su esencia y su vida, nuestro propio Cristo, espíritu
que al ser absoluto, es uno sólo, el mismo, el único y eterno Dios, pero que a
través del entendimiento podemos traer a la conciencia y a la vida, vida que
por causa de nuestras desobediencias se ha convertido en muerte latente para
nuestra alma, y no teniendo por nuestros medios forma alguna con la que podamos
reconciliarnos con nosotros mismos y con Dios fuimos condenados.
Por lo que no habiendo posibilidad alguna para el hombre
de que por sus propias obras pueda reconciliarse con el Absoluto, Dios mismo
nos proveyó un sacrificio vivo y agradable a Él mismo, por medio del cual
podamos nosotros ser reconciliados para vida eterna y paz, sacrificio que fue
hecho en Jesús, sacrificio que a través de una metáfora Dios nos ha comunicado
como se ha comunicado a través de la Biblia. Jesús que conociendo a Dios
declaró su vida eterna y su gloria, se sacrificó a sí mismo para la
reconciliación de nuestras almas, para que vivamos al Espíritu de Dios como
hijos, por eso está escrito que -Jesús no se avergüenza de llamarnos hermanos-,
el primero de muchos que ahora por medio del entendimiento podemos también
vivir para ser llamados hijos de Dios, arrepintiéndonos de nuestros pecados,
sabiendo que por medio de su sacrificio como Hijo nos regaló el derecho de ser
llamarlo Jesucristo “Cristo Jesús” nuestro salvador, ya que por medio de su
sacrificio somos perdonados y podemos acercarnos confiadamente a Dios, para que
nuestro cuerpo espiritual resucite a la verdad y la vida, y ésa conciencia que
antes nos condenaba es ahora en nuestro entendimiento la esencia misma de
nuestros actos, sabiendo que la vida que ahora tenemos trasciende a toda
expresión dándole por fin sentido y dignidad a nuestra vida, esto para los que
ya hemos sido llamados a ser hijos de Dios y esto mismo para los que van a ser
llamados con el mismo propósito.
Jesús es el ejemplo de la verdad y la vida que
necesitamos para comprender a ciencia cierta lo que es la vida espiritual,
porque hay muchos que dicen que la carne es débil y que no pueden ser santos,
pero Jesús es santo y siempre fue santo, su sacrificio es testimonio de que, si
se puede vivir en santidad, que no todo es pecado, no explico con palabras y
con obras lo que es importante y valioso para Dios, y por encima de todo,
siempre estuvimos nosotros, -tanto nos amó Dios, que entrego su hijo Jesús, en
sacrificio vivo, para que todo aquel que en él cree, tenga vida eterna-.
Sabiendo que la vida espiritual que antes estaba latente
en nuestro ser, no es una creación de Dios, sino es engendro del mismo Dios
Absoluto en su Espíritu, ahora es nuestro Cristo vivo y resucitado, Dios es en
nosotros y nosotros en Él y somos un solo espíritu con Dios, porque siendo
Absoluto no puede ser otro.
Sacrifiquemos los deseos de la carne, ordenándolos de
acuerdo a la esencia de nuestro espíritu vivo, por la conciencia en nuestro
entendimiento de Dios y comportémonos de acuerdo a nuestra nueva naturaleza
divina, que no es otra sino la naturaleza de nuestro Creador, que como hijos
hemos adoptado, para gloria de nuestro padre absoluto y eterno que es Dios. Que
la conciencia ya no sea una carga, ahora por el entendimiento de la esencia de
la vida debe ser nuestra voluntad.
Ahora el amor de Dios por el entendimiento, ha de ser
derramado en los corazones de los que hemos sido llamados a ser sus hijos y
ahora por la revelación del misterio de Dios, toda la humanidad está llamada a
conocerlo, porque llegará el día en que no será necesario decir conoce a Dios
porque todos lo conoceremos, aún aquel que no pueda salvar la vida a su propia
alma.
Éste es en resumen, la definición del Absoluto y la
trascendencia de conocer su significado, para que la ciencia que tiene en la
definición la única herramienta válida para el entendimiento, reconozca a Dios
como el creador y pueda al mismo tiempo llenar de esperanza a la humanidad, que
también le dé a la religión la fe que había sido sustituida por los dogmas y
leyes que sólo habían hecho evidente al pecado y a la muerte, porque sin el
conocimiento de Dios no puede haber vida eterna ni esperanza alguna.
También tenemos por medio de éste conocimiento la
herramienta para que se descubra la verdad que encierran las metáforas escritas
en la Biblia, que hablan del mismo Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente
que aquí hemos definido y de la reconciliación por medio de Jesús para que por
su sacrificio tengamos un nuevo nacimiento en nuestro espíritu para vida eterna
y paz, éste libro no le aumenta ni una tilde a la verdad que la Biblia encierra
en sus metáforas, sólo es la revelación del misterio que hacía falta para su
entendimiento. Que Dios tenga misericordia de nosotros los que habitamos en el
mundo, pero que ya no somos del mundo y nos permita ver su gloria en ésta
existencia, que nos permita transformarnos de las terribles bestias, en los
sagrados templos y que cambie nuestra vana manera de vivir, en los
trascendentes seres eternos, hijos engendrados del único Dios verdadero por
medio de Jesucristo.
La lucha por el entendimiento apenas comienza, lucha que
no es contra carne ni sangre (el cuerpo material ni contra el alma), sino en
contra del espíritu de éste mundo, porque la verdad absoluta que se encuentra
en Dios, es como una espada de dos filos capaz de discernir el alma y el
espíritu, con lo que por medio de la conciencia, distingamos correctamente las
intenciones de nuestro corazón y tengamos en ésta verdad absoluta, el
fundamento de nuestra fe, para que no sea por medio de la fuerza física sino
por la fuerza de la razón en el entendimiento, que convenzamos a nuestros
semejantes en la carne, de que sean nuestros hermanos en el Espíritu de Dios.
Tampoco es en contra de ninguna iglesia, ya que estas instituciones fueron
establecidas por Dios para el entendimiento, por lo que con éste esfuerzo sirvo
a todo hombre que ha sido llamado al entendimiento sin excepción, ya que
ninguno que busque a Dios de todo corazón va a ser despreciado por su Creador,
pues todos fuimos concebidos con la misma conciencia y con la misma
oportunidad.
Ésta no es una teoría, las teorías se dan en lo relativo,
en el Absoluto sólo existe una posibilidad lo que demuestra su infalibilidad ya
que solamente hay una respuesta razonable y cierta; así que sin duda alguna
peleemos la buena batalla de la fe, sabiendo que somos más que vencedores ya
que nuestro nombre está escrito en el libro de la vida; peleemos la buena
batalla de la fe, con toda paciencia y constancia, deseando en todo momento que
ésta vida que ahora llena nuestro entendimiento, sea en todos, porque la
voluntad de Dios es que ninguno se pierda; llenemos al mundo de esperanza y
buenas obras para la gloria del hombre, y de vida eterna y paz para la gloria
de nuestro Padre Dios.
Que el sacrificio de Jesús sea para vida eterna,
limpiando nuestras culpas, sabiendo que la vida que tiene es la misma que
nosotros tenemos en nuestros entendimientos, que de ninguna manera es un
chantaje ni una razón para sentirnos culpables, sino por el contrario, es el
acto de vida y amor más grande que Dios ha hecho por nosotros, al darnos su
propia vida. Entreguemos nosotros también nuestras vidas mortales al amor y la
misericordia, para que nuestros cuerpos ya no sirvan más a la carne y la
muerte, sino a la verdad y la vida.
Dios tenga misericordia de su creación multiplicando a
sus hijos y nos deje ver su gloria por los siglos de los siglos amen.
Éste es un libro de Ciencia, que establece con argumentos
matemáticos y con razonamientos que no dan cabida a la suposición, el
fundamento de sus aseveraciones, no se basa en los textos bíblicos, por el
contrario éste es el fundamento para que esos textos tengan sustento científico,
comprobando su veracidad, para que el conocimiento de Dios pase a ser parte del
acervo cultural de la humanidad, porque hasta ahora la ciencia y la religión
desconocían el vínculo que las hiciera entrar en un punto de acuerdo, vínculo
que se ha revelado en éste libro, con la demostración de la existencia de Dios
como entidad y el discernimiento de nuestro espíritu, como la parte esencial de
nuestra existencia, para que al haber definido y entendido a nuestro creador y
al haber discernido nuestro propio espíritu, hagamos conciencia de nuestro ser
trascendente y aprendamos a vivir eternamente.
Con estos argumentos hemos podido resolver el misterio de
Dios y al mismo tiempo revelar algunos enigmas que han estado ocultos para
nuestro entendimiento, ya que:
ü Demostramos Científicamente la existencia de Dios.
ü Resolvimos el misterio de la religión, que es Dios.
ü Explicamos la diferencia entre lo relativo y lo
trascendente en nuestro propio ser.
ü Entendimos la existencia de un cuerpo subjetivo
trascendente en nosotros, con el que podemos vivir eternamente.
ü Encontramos la verdadera razón de ser y de existir,
nuestro propósito en éste mundo y destino eterno.
ü Establecimos los argumentos para el convencimiento en la
enseñanza de Dios.
ü Reconocimos la razón por la que la humanidad no había
conocido a Dios anteriormente.
ü Entendimos el valor que tenemos para Dios.
ü Valoramos el sacrificio de Jesús y comprendimos el
mensaje metafórico para nuestra redención.
ü Pero, sobre todo, la verdadera naturaleza a la que hemos
sido llamados a ser juntamente con Cristo Jesús, Hijos de Dios.
Por lo que debemos entender que es nuestra
responsabilidad el compartir estas enseñanzas con quienes nos rodean, sea quien
sea, porque ellos y nosotros somos de Dios.
Dios ha tenido a bien escogernos de entre su creación,
para engendrarse en nosotros y seamos vasos de honra y de justicia en el cuerpo
material e hijos legítimos en el cuerpo espiritual, por lo que tenemos que
entender que nuestra compasión para con nuestros semejantes, es tener la misma
misericordia que Dios ha tenido con nosotros y compartir lo que sin haber
tenido que pagar el precio nos ha sido revelado, enseñando con toda paciencia y
constancia las verdades espirituales, hasta alcanzar el conocimiento de Dios en
los demás, llevando así nuestra salvación para vida eterna y paz a todo aquel
que entienda, para lograr con éste entendimiento transformar al mundo, en ése
paraíso terrenal primicias del que nos espera en la eternidad.
Dios existe y es absoluto nadie nos debe engañar.